¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Capitanía y los “contenedores culturales”
Hoy la ciudad sigue sintiendo el frío de vuestras muertes, inalterable el recuerdo de los concejales de todos los partidos portando vuestros féretros, fresca en la memoria la homilía del arzobispo Amigo cuando algunos prelados vascos pronunciaban pláticas entre la ambigüedad y la cobardía, inolvidable el rostro de la dama que ostentaba el cargo de alcaldesa, las velas encendidas en la calle Don Remondo, el monte de flores y los mensajes espontáneos, los vecinos de Los Remedios llevando regalos y ropitas al comercio de la abuela doña Teresa. Han pasado 23 años, pero fue ayer. Para muchos siempre será ayer cuando mataron a un matrimonio joven, a los padres de tres criaturas inocentes, a dos vecinos honrados con toda la vida por delante. La ciudad no podrá nunca olvidar el frío de aquella noche. No podemos olvidar, no queremos. Dicen que se hace ciudad cuando se inauguran infraestructuras, se acogen grandes celebraciones, nos comportamos con orden en las grandes concentraciones y bullas y sabemos estar a la altura cuando se nos piden sacrificios. Pero también nos reafirmamos como ciudad cuando honramos a nuestros muertos, a los que segaron su vida por defender la democracia, las libertades, el Estado de Derecho, la sociedad que los españoles nos dimos en paz, consenso, generosidad y armonía en 1978, la misma que ahora precisamente algunos irresponsables y botarates quieren dinamitar desde las propias instituciones. No podemos ni queremos que pase el día de hoy como uno más, por mucho que estemos fatigados por el tiempo de penuria que nos ha tocado sufrir. Sí, han pasado 23 años. Pero os seguimos teniendo presente. Y debemos hablarle de vosotros a nuestros hijos, como algún día haremos con nuestros nietos. Los sevillanos y andaluces de 1998 tienen la obligación de transmitir vuestro recuerdo, que vuestras muertes no fueron en vano, que en la calle Don Remondo siempre hace frío de 30 de enero, que nos enorgullece evocaros, que jamás nos molesta vuestro recuerdo por mucho que algunos pretendan que veamos como normal que los herederos de vuestros asesinos se sientan en las instituciones sin haber pedido perdón, sin haber exigido que los terroristas colaboren en la investigación de los atentados y sin haber mostrado ánimo de reparación. Ayer os mataron y hoy os recordamos. La ciudad nunca olvidará que os asesinaron para socavar la democracia, ese jardín que debe ser regado cada día. Sevilla vive hoy una cita con su memoria. Con lluvia, con sol, con pandemia... Nunca os fallaremos. Crecemos, vivimos, sonreímos y sufrimos abrazados a la cruz de vuestra memoria.
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