La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
Si Pepe Begines fuera el Bernabéu –o sea, si fuera un estadio de Madrid, ocasionara molestias en Madrid y hubiera pegado un pelotazo urbanístico en Madrid y en su palco presidencial, de Madrid, se decidiera el futuro de tantos– se hablaría del agropop más que de la vuelta de los cainitas hermanos de Oasis. Cuando en plena pandemia andábamos atribulados entre la crisis de las mascarillas y cortarnos las venas con el Resistiré (tan emocionante las primeras veces) el músico sevillano hizo un video que nos devolvió las ganas de salir al balcón a aplaudir a los que nos estaban salvando la vida. Aquel famoso Bolillón que nos sacaba en los años ochenta a las plazas pidiendo marcha, nos retuvo, en su versión de la pandemia, en las terrazas y ventanas aplaudiendo a los sanitarios y haciéndonos reír. Dotado de una alegría inteligente, Begines contagia ese amor por la música que es también amor por la calle, amor por la bulla, pasión de que sus letras sean coreadas por el personal de todas las edades, de cualquier lugar. Anuncian las radios, estos últimos días, un concierto de los No me pises, al mismo tiempo que en esas mismas ondas, y sobre todo en las redes (llámalo X) volvemos a escuchar gracietas y desprecios sobre Andalucía, con un aroma clasista que a veces rompe en franco hedor. La muy jacarandosa Esperanza Aguirre –que no se arredra ante los agentes de tráfico o cuando le rompen en corruptos los que nombró siendo presidenta– ha hecho unas risas con el acento de la vicepresidenta del gobierno, imagino que como refuerzo argumentario a su crítica. No he escuchado, por cierto, a la derecha andaluza chistar –como sí lo hizo con tanta razón en otras ocasiones– aunque hemos de reconocer que ese supremacismo tan chulesco no habita solamente en las filas más conservadoras o de la ultraderecha. El sábado escuché a un experto definir la audiencia televisiva mayoritaria como “de señoras andaluzas con pocos estudios” y se oyeron risitas de fondo: cómicos de un programa progresista en una emisora que, hay que reconocerlo, se esfuerza por la mejor imagen de nuestra tierra. Pero aparte del choteo facilón sobre el acento, no se trata solamente de calzar estereotipos añejos, desfasados y malintencionados, sino, a veces de dar por buenos clichés a los que la Historia reciente y la Estadística desmienten. En el debate sobre financiación territorial, aparte de los discursos de gobierno o de oposición se olvida el papel que, 28-F mediante, ha tenido Andalucía en el Estado que somos o vamos siendo, como recordaba García de Cortázar ni los Estados ni la Historia tienen punto final. Andalucía aporta algo más que el agravio o la mano que zarandea, pedigüeña, al banquero del Norte. Habrá que releer a Carlos Arenas y seguir cantando a voz en grito: ¿y tú de quién eres.? A mucha honra, de Marujita.
También te puede interesar