Margery Sharp desembarcó en Asturias

29 de septiembre 2024 - 03:11

Conocíamos a Margery Sharp (1905-1991) gracias a la adaptación que hizo Lubitsch en 1946, solo dos años después de su publicación, de su novela Cluny Brown. Pero para la mayoría de nosotros era solo un nombre en los títulos de crédito de la última obra maestra del genio de la comedia, fallecido un año después. Lejanas nos quedaban la primera edición española de la novela por Caralt en 1947, aprovechando el estreno de la película en abril de ese año, y por ello manteniendo el título que tuvo en España, El pecado de Cluny Brown, y las posteriores ediciones de bolsillo en 1956 y 1963 por Ediciones Germán Plaza, dando a entender la última que a las anteriores se les había hecho algún recorte (quizás por las alusiones a los nazis de los que huye el invitado polaco en la mansión de sir y lady Carmel) porque en la portada se indicaba: “Novela completa. Edición íntegra”.

Margery Sharp fue resucitada en castellano con la edición de Cluny Brown en 2020 por la editorial asturiana Hoja de Lata, a la que tantas cosas debemos, sobre todo, en lo que a escritoras británicas se refiere, las ediciones de las novelas de Josephine Tey –de la que solo conocíamos “La hija del tiempo”– y de Flora Thompson, descubierta por esta editorial. Le siguieron El árbol de la nuez moscada en 2022, Una tarta de rododendros en 2023 y este año La piedra de la castidad. Esperemos que poco a poco vayan completando las ediciones de todas sus tan inglesas, elegantes, divertidas e incisivas novelas, en las que juega con los prejuicios sociales y de clase en tono de comedia. Se comprende que cuando la leyeron Zanuck, el todopoderoso jefe de la Fox, y Lubitsch, estuvieran de acuerdo en comprar sus derechos. Parece escrita para él y el guión de Samuel Hoffenstein y Elizabeth Reinhardt la aproximó aún más a su universo.

Viene todo a cuento de agradecer a Hoja de Lata Editorial estos y otros descubrimientos, poner en valor la importancia de los editores independientes cuando eligen a los autores de sus catálogos y, muy importante, a los traductores –las traducciones de Raquel García Rojas de las obras de Margery Sharp son tan perfectas como las de Pablo González-Nuevo de Josephine Tey y Flora Thompson– y a recomendarles la lectura de la divertida, incisiva y elegante Margery Sharp, tan inteligente que lo pone todo en cuestión sin perder la sonrisa y la más británica compostura.

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