La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La sanidad funciona bien muchas veces en Andalucía
Dijo Joaquín a la finalización del partido en Ipurúa que el fútbol está siendo injusto con el Betis. Tiene parte de razón el gran icono bético, pues en condiciones de normalidad no debió perder por la cantidad ocasiones de gol desperdiciadas. Desde aquel lejano y último triunfo, que fue ante el Villarreal y porque Pau le paró un penalti a Cazorla, el Betis no ha pasado de un empate en los cinco encuentros disputados, un horror de balance.
Esta Liga empezó con luces como las de Milán o Barcelona más sombras como otras muchas de cuyos nombres no quiero acordarme. Gozos y sombras para llegar a la conclusión de que aquellos delanteros que tan eficaces fueron el curso anterior habían caído en un estado de inoperatividad alarmante. Y, claro, sin delanteros que concretasen el fútbol realizado, éste fue decayendo hasta convertirse en un insufrible concierto de pases que no dañaban al rival.
Y llegó un momento anhelado para la corrección de esa tara, la ventana para fichajes que se abre en enero pero apareció un error garrafal, que fue prescindir del delantero menos inocuo sin tener atado a su sucesor. Pero enero salió adelante en Liga y en Copa para que llegase un febrero negro negrísimo con dos dolorosas eliminaciones que iban a sumir al equipo en un estado de depresión que lo fue descabalgando de las esperanzadoras posiciones que lucía en la tabla.
Y tras la depresión, un triunfo ante el Villarreal que pareció punto de inflexión para mejorar. Y el equipo mejoró en su fútbol para seguir igual ante el marco contrario con la ominosa excepción de Orriols. El resto, partidos que no mereció perder y que tiene su máxima expresión en lo de' este domingo a la hora de comer. Por la lógica de que el entrenador que no gana ha de recibir el finiquito, el tiempo de Setién ha acabado por dirigir un equipo que no marca ni de penalti.
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