¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
El ‘mapping’ y el ninguneo a Chillida
El pintor y diseñador Juan Suárez nos ha contado alguna vez cómo ayudó a Eduardo Chillida a buscar la ubicación en Sevilla para suMonumento a la Tolerancia. Eran los años pre Expo y el escultor vasco, grande del arte español contemporáneo, no tuvo ninguna duda cuando Suárez le mostró el Muelle de la Sal. Uno de los mayores aciertos de este gran y esquemático busto que abre sus brazos a la ciudad y da la espalda al antiguo Castillo de la Inquisición (fue financiado por la Fundación Amigos de Sefarad para conmemorar el 500 aniversario de la expulsión de los judíos) es su ubicación en un entorno histórico que, sin embargo, mejoró notablemente. A muchos sevillanos les gustó el Monumento a la Tolerancia porque supo integrarse en el paisaje histórico de la ciudad, renunciando a estridencias y protagonismos extravagantes. Gracias a esta obra se recuperó la estética industrial –adoquines de Javier Queraltó incluidos– de este muelle fundamental en la vida económica sevillana antes de que el Puerto se trasladase al sur.
El pasado domingo aprovechamos la tarde (madurar significa valorar y aprovechar los domingos) para dar un largo paseo por las orillas del río. Alguna sorpresa positiva (el Paseo de la O poco tiene ya que ver con esa calle abandonada y sucia de antaño) y varias negativas. Entre estas últimas, las obras de ampliación del hotel Abba, que lo han sacado de escala, o el estado de abandono en que se encuentra el monumento a Las Casas de Emilio García Ortiz, que ha perdido parte de la leyenda que lo rodeaba y que rezaba: “Fray Bartolomé de las Casas, protector y defensor de los Indios. Nace en Sevilla en 1484. Precursor Universal de la Declaración de los Derechos Humanos” y “Todos los hombres son uno”. ¿Tanto cuesta cuidar estos detalles? ¿Hay que esperar a que esta escultura sea un puro escombro para intervenir?
Pero lo peor fue ver el arrinconamiento al que está sometido el Monumento de la Toleranciadebido a las estructuras para el mapping a un euro con el que el Ayuntamiento pretende amenizarnos la Navidad. El desprecio y el ninguneo a la obra de Chillida son absolutos, con vallas apoyadas en su estructura y las torres de luces a centímetros de la misma, distorsionando completamente su contemplación. Una incomprensible falta de respeto y sensibilidad. Parece como si el monumento molestase en esta Sevilla de las magnas y de los espectáculos de luces y sonidos. Aunque a nuestros alcalde y consejera de Cultura les parezca increíble, el patrimonio también incluye las esculturas contemporáneas. Menos las de las rotondas, claro. Esas no.
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