Monticello
Víctor J. Vázquez
No es 1978, es 2011
Un despropósito absoluto, una falta de originalidad, un recurso fácil, una ignorancia sobre el asunto que demuestra pereza mental, desinterés, acaso maldad interesada, desahogo, desdén... Sí, ¡viva la libertad del carnaval!, pero bien usada. Sí, ¡viva el punto provocador del carnaval y el desafío al poder, naturalmente, pero bien empleados!. Había muchos y posibles enfoques de la exhumación del general Queipo de Llano, pero se ha escogido el más simplón, pareciera que se ha buscado incluir conceptos que simplemente aseguren el posicionamiento en las redes sociales al emplear los términos “Macarena”, “procesión”, “marcha”, “militares”, “caudillo”... La Basílica de la Macarena jamás ha sido un centro de peregrinación los 20 de noviembre, ni de exaltación de Queipo, ni sus familiares han convocado nunca actos en memoria del general. La hermandad, que agrupa a miles de personas de diferentes ideologías, avaló masivamente la forma en la que se practicaron las exhumaciones de los generales Queipo y Bohórquez: con discreción, con determinación (pues algunos familiares querían algo bien distinto) y evitando que el Gobierno sacara rédito político, ya que la orden obligaba a tener una suerte de comisario político presente, lo que hubiera obligado a convocar a los medios y organizar una tribuna de prensa. De hecho, la hermandad incumplió ese aspecto de la orden. Fue rebelde contra el poder, Pero importa poco al mamarracho decadente.
La hermandad evitó el riesgo de show, pero cuando al pintamonas se le acaba la originalidad tiene que recurrir a la provocación carente de inspiración. Tal vez sea el declive, el agotamiento, la fatiga... o las secuelas de algo peor. El carnaval es una fiesta muy seria, de libertad llevada al extremo, por lo que, sin duda, el tipo aceptará este artículo. Un tipo tantas veces brillante podría haber criticado quizás el tiempo que se ha tardado en efectuar las exhumaciones, las dudas en el proceso o el papel de la jerarquía eclesiástica (que no de la Iglesia, que no es lo mismo), pero meter alusiones hasta a la guardia mora es un disparate premeditado. La basílica nunca ha sido el Valle de los Caídos de Andalucía. Poco importa saber la razón por la que Queipo fue enterrado en el templo, poco importa conocer las causas de la localización de las sepulturas, poco importa la razón por la que la Virgen fue metida en un cajón y puesta a buen recaudo. Malos tiempos para la lírica, salvo que sea la barata, sensiblera, chusco-populista, rezumante, vulgar, acomplejada y reveladora de una gran cantidad de felinos empadronados en el vientre. El Carnaval que conocemos in situ es muchísimo más que semejante mamarrachada. Dicho sea con libertad, por supuesto. ¡Libertad para todos!.
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