¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Maneras de vivir la Navidad
Anda la prensa de progreso dándole vueltas al término “derechización”. Sin esconder la angustia señala que todo se derechiza: Alemania, el gobierno de Macron, Argentina, la oposición venezolana, la corona, los pseudomedios y, sobre todo, los hombres. Incluso alguno se pregunta con indisimulada ansiedad si será una ley de la naturaleza el hacerse de derechas con la edad. Si así fuese, derechizarse sería uno más de esos atroces efectos que el tiempo y la gravedad operan sobre nuestros cuerpos, rostros y almas. Para evitarlos, claro está, hay soluciones quirúrgicas, pero todos sabemos cómo se acartonan las expresiones después de haber abusado de la cirugía estética. ¿Ocurre lo mismo con el alma? Probablemente, sí. Mejor ser un viejo derechista, con las arrugas naturales y los pertinentes vituperios al Gobierno, que ser un yayo sin vida facial y repitiendo las chorradas que inventan en los campus woke.
La prensa de progreso también está muy preocupada con que esta derechización afecte especialmente a los hombres. Continuamente nos ofrece los porcentajes de los machotes que votan al PP y Vox. Nos dicen: “Fijaos, el de la derecha es un voto masculino, lo que demuestra que ellas son más buenas, sensibles, solidarias, pacíficas, trabajadoras... Los hombres no solo no se depilan y pasan de los sermones de Almodóvar, sino que además se derechizan, le llaman perro a Sánchez y hacen la gallina por el pasillo cuando ven aparecer en la tele a Yolanda Díaz”. La prensa de progreso achaca la derechización del mundo al miedo y la de los hombres al enfado por haber perdido el cetro heteropatriarcal. Los más utópicos sueñan ya con un mundo sin varones o, al menos, convenientemente emasculados. Cada vez que pueden publican triunfantes reportajes sobre nuevas tecnologías que permiten evitar el desagradable trámite del macho en la reproducción de la especie. Esperma sintético y tijeras de podar, ese puede ser el panorama del triste y apaleado macho del futuro. Los niños del mañana se gestarán en granjas especializadas y el sexo heteropatriarcal, con penetración y otras violencias machistas, quedará como un remoto recuerdo de los tiempos bárbaros.
Pero si es usted varón derechizado no se preocupe, hay un camino de redención. Se llama “nueva masculinidad”, aunque como diría un clásico ni es nueva ni masculina. Para la conversión sólo hay que leer todas las mañanas la prensa de progreso. Allí encontrará indicaciones de todo tipo: qué pensar de Meloni, cómo cocinar de una manera sostenible, qué libros no leer, cuál es el último poemario de García Montero, cómo rasurarse la bragadura, con qué flores adornar el aparador, cómo cuidar la tableta de chocolate abdominal... Si usted se aplica puede que se le pase el virus de la derechización. Y no habrá que cortar.
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