La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
El afamado escritor y articulista defendía lo extraordinario y huía de lo simple. Su misión, decía, consistía en elevarse sobre lo cotidiano y ofrecer magia. Les contaré lo que le sucedió. Estaba en blanco, sentado frente al portátil, esperando que su mente le dictara palabras que reflejaran su labor como contador de historias. Pero pasaban los días y continuaba sin saber qué escribir. La imaginación se había ido de vacaciones, y él debía entregar al editor que le apremiaba su artículo semanal. Decidió preguntar a la Inteligencia Artificial acerca de “temas interesantes para escribir un artículo”. Y ésta contestó una serie de obviedades sin interés alguno. Porque escribir sobre política, la edad de Biden, la mujer de Sánchez, los jueces o Lamine Yamal, le resultaba tedioso y se veía incapaz de aportar algo diferente sobre ello. Además, comprobó que la IA tenía respuestas y carecía de preguntas correctas. Ahí había tema, pero era inexperto en el siglo XXI. Pero el departamento de marketing le tenía informado de que esa no era la temática preferida de los algoritmos que actualmente miden, controlan y dirigen el consumo del público estableciendo la línea editorial de los medios. Angustiado, pensó en recurrir a un tema infalible: la Familia Real ; titulando el relato con alguna frase llamativa, algo así como A mí me cae bien Letizia y mal Peñafiel. Otra opción eran el verano y la nostalgia. Georgie Dann, Los Diablos y Eva María con su bikini de rayas, quizás le ayudarían a salir del parón. Pero, ni así.
Todo le sonaba gastado, ya escrito, mil veces leído, poco apasionante. Entonces recibió la noticia de que su mejor amigo tenía un cáncer letal. Y comprendió que la existencia nos aburre, porque rara vez la disfrutamos como los Indiana Jones imbatibles que equivocadamente creemos ser. Pero que quienes combaten los dramas de los días simples, sabedores de que al final solo espera una derrota segura, y pese a su fragilidad lo hacen con valentía insobornable; son los héroes, ellos sí, que llenan los folios en blanco de historias interesantes sobre las que el tiempo construye la vida.
Convencido, tituló su siguiente novela Héroes de la vida común. Una plataforma audiovisual se interesó, pero la descartaron porque “Era un relato con demasiados personajes y faltaban héroes”. Ahora está trabajando en un relato de ciencia ficción en el que huye del tópico de robots que se humanizan, y son los humanos quienes se robotizan. Confía en que así el algoritmo le sea favorable.
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