Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Llegan noticias de que la Magna procesión tendrá carrera oficial y me alarma la confusión de términos. A lo mejor soy yo el equivocado, pero Carrera Oficial solo hay una: Campana, Sierpes, Plaza de San Francisco, Avenida y Catedral. Todo lo demás, incluida la gran procesión prevista para los primeros días de diciembre, son recorridos. Conviene tener cuidado. La Semana Santa de Sevilla se ha construido sobre la acumulación de multitud de pequeños aciertos de hermanos reunidos en cabildo, analizando año tras año pequeños cambios y mejoras en arreglos, en el cuido de imágenes e insignias y estudiando modificaciones de recorridos o cambios de templos, apretados por circunstancias difíciles u otras causas. Porque el objetivo perseguido siempre era el mismo y lo sigue siendo, sacar a la calle la mejor procesión para tener la mejor Semana Santa. Con esa fuerza interior de las hermandades y cofradías, esa energía y capacidad de emulación y mejora que es el motor que alimenta toda esta gran manifestación de devoción y cultura popular. La historia enseña que las cofradías y hermandades y, por tanto, las procesiones han tenido momentos de esplendor y otros de estrecheces y dificultades. Desde los años cincuenta del pasado siglo, comenzó un esfuerzo sostenido para mejorar las cofradías y hermandades y también las procesiones. Para rematar los pasos, que en algunos casos tenían elementos cogidos con alambres o con defectos, que se tapaban con adornos florales por todos los resquicios de los pasos. Para mejorar los recorridos con más lucimiento o singularidad. Con más procesiones de Domingo de Ramos a Domingo de Resurrección y aún desde el Viernes de Dolores. Con más nómina de hermanos. Con más nazarenos en la comitiva. Con más actos y salidas extraordinarias por coronaciones o aniversarios. Con procesiones más largas, algunas interminables, con más tiempo de paso. Con más personas en las calles que aguardan más allá de lo razonable que llegue la procesión y que pase. Más espera. Más sillitas. Etcétera. Enseñemos y transmitamos a los nuestros el sentido del equilibrio y respeto por la Semana Santa, en los templos, en las calles y plazas y confiemos que las hermandades y cofradías, una a una, dispongan lo mejor. Ha llevado siglos perfeccionarla entre todos. A fuerza de valorar lo que admiramos, podemos hacer que todo el año sea Semana Santa o al menos lo parezca. No cabe duda de que es una fuerte tentación y también un gran riesgo. No debemos olvidar la energía interna que, desde sus orígenes gremiales y devocionales, hace que se mejore y engrandezca año a año la vida pública de la cofradía. La Semana Santa es forma externa, pero también lo son los silenciosos nazarenos que hacen la estación de penitencia y los callados costaleros que aportan sus fuerzas para que las imágenes recorran la ciudad de forma incomparable. Confiemos que, como tantas veces, prevalezca el sutil equilibrio de las cosas que se aman y que se organizan por una ciudad entera.
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