¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
El ensayo general de la Magna
¡Oh, Fabio!
DOCTORES tiene la Iglesia y no seré yo el que se ponga a jugar a los jurisconsultos en el asunto del amparo del Tribunal Constitucional a Magdalena Álvarez, que obliga a repetir parte de la sentencia de los ERE, pero ni mucho menos supone la absolución de la política socialista, como algunos han difundido interesadamente (¡ay los bulos de los regeneradores de la democracia!). Sin embargo, pese a que lo intento, no puedo dejar el cerebro en un cajón ni renunciar a mi impuesta condición de sapiens del montón. ¡Qué extraño, oye!, la decisión del TC se ha tomado por siete votos a favor y cuatro en contra. Es decir, que ha respondido exactamente a la estricta división entre magistrados “progresistas” (que tienen la mayoría) y los “conservadores”. Es decir (otra vez), que no sería ningún dislate o disparate, ni ninguna opinión movida por el odio y la máquina del fango fachosférica, sospechar que estamos ante una decisión que responde a motivos políticos. Hasta el mismo Pedro Sánchez se atrevió a insinuarla en un mitin durante la pasada campaña de las Elecciones Europeas. La doctrina es clara: Magdalena Álvarez y todo el martirologio socialista andaluz son víctimas de una conspiración ultraderechista, no de sus discutibles acciones. Amén.
Parece claro que este tipo de decisiones son las que crean desafección hacia las instituciones como el TC. Un fenómeno como Alvise (ese elefante al que hay que mirar a los ojos, según nos anima la prensa afecta a Moncloa) no nace espontáneamente del mantillo de Tik-Tok, sino de una multitud de titulares que hacen pensar, equivocadamente o no, que nuestra democracia se va al garete. No necesitamos a ninguna Le Pen. Los mismos que critican al presunto zumbado Alvise son los que luego, en todo tipo de foros, no paran de justificar las mentiras y la corrupción de los partidos dominantes. Y eso la gente lo nota.
El TC está de moda. Esta semana también se descolgó avalando la posibilidad de las niñas de 16 o 17 años de abortar sin el permiso de la madre y el padre. Toma ya. Lo que no entra en cualquier sentido común no contaminado por la fe woke, se convierte en normalidad constitucional para este tribunal que, por lo que se ve, ama más a la humanidad que a los humanos. Y de nuevo se impuso el 7-4, la cifra mágica por la que la coalición de progreso, eso que llaman sanchismo, nos irá haciendo comulgar con las ruedas de molino que vaya considerando necesarias.
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