¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
PASA LA VIDA
EN la Plaza de la Encarnación y bocacalles más cercanas hay tres farmacias: esquinadas con Alcázares, José Gestoso y José Luis Luque. Han pedido con urgencia lotes de las pastillas que propugna el delegado de Urbanismo, Manuel Rey, para soportar la indigestión de setas, por carísimas e inacabables. La popular Casa de las Especias, fundada en 1932, también se ha orientado desde José Gestoso para sumar, a su amplia oferta de infusiones y plantas medicinales, las milagrosas pastillas de Rey. Son tranquilizantes a más no poder para tragarse el pago de otros 30 millones de euros a Sacyr por si es capaz de acabar el Metropol Parasol.
Alertados por sms, rastrean el mercado negro los inmigrantes africanos y los chinos. Buscan cambiarle la cara a cajas de pastillas para aliviar la garganta, sin efectos secundarios, y venderlas con la etiqueta de Pastillas Macabeo. Pelotazo. Les han dicho que el alcalde de Sevilla ha tomado con firmeza una decisión muy importante que nos va a hacer ricos, modernos y felices. Por eso se ofrecen para vender a todas horas la gama de remedios macabeos auspiciados por el Ayuntamiento para terminar de convertirnos en los sumisos ciudadanos de Un mundo feliz de Huxley: Macabeo Light, Macabeo Voto de Calidad Extra, Macabeo Jeta.
El consejero de Turismo Cultural, Paulino Plata, insigne orador del lugar común más tópico, incluye al foro romano hallado en la Encarnación dentro de una ruta sobre Trajano, Itálica, la Bética... y los sevillistas. Y, para darle una pátina de esplendor cultural al desempate de Monteseirín en el circus maximus, le montará allí mismo una exposición titulada La rebeldía de los macabeos hasta que se tranquilizaron en Sevilla (siglo II a.C. - año cero d. A.S.M.) y se olvidaron de pedir dimisiones porque les da igual ocho que ochenta.
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