Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Sería mejor que la lotería le tocase a uno, pero tampoco está mal cuando le toca a un amigo. Un amigo rico tiene mucho de pedrea, y se reparte bastante. José Antonio Montano cuenta en Zona de confort (Sr. Scott, 2024) que tiene un amigo al que le tocaron un disparate de millones, pero que eso le arruinó la vida (tras arruinarse previamente). Ni a Montano ni a mí el caso de su amigo nos ha quitado las ganas; y Montano juega a la lotería cuando hay un bote bueno en el Euromillones.
Menos mal, porque un día, para ir a echar su boleto, como se dice, tomó para la derecha, cuando normalmente tira por la izquierda. A los seis pasos oyó un estrépito enorme a su espalda. Había caído a plomo un macetero de un balcón hacia a la izquierda, a doce pasos, donde hubiese estado él de haber tomado el camino de todos los días. La conclusión era fácil y la prodigiosa inteligencia de Montano, que no conoce más eclipse que su incomprensión del conservadurismo español, hizo el cálculo rápido. No había echado la lotería y ya le había caído el gordo de que no le cayese sobre la cabeza el macetero letal. Concluyó sabiamente: “La lotería que me había tocado era la de la vida diaria. Me sentí en la tarde primaveral, calurosa, luminosa, como en un premio”.
Mi primer movimiento ha sido una punzada pequeña de envidia por el artículo, lo que es una prueba de que el premio le había tocado de verdad a Montano, porque es lo que sentimos –punzada, pero pequeña– cuando le toca a un amigo. Le admiro prácticamente todos los artículos, salvo los que no entienden el conservadurismo carca español, pero éste de la lotería lo podría haber escrito yo. Es más: lo tenía que haber escrito yo, con su final feliz y cotidiano, celebratorio y melancólico. Tiene gracia pensar que no se me ocurrió tanta hermosura –¡con la de veces que no me ha tocado la lotería!– porque estaría escribiendo un artículo a favor de Santiago Abascal. Montano diría que es el karma.
Con todo, el premio que le tocó a Montano es para todos. Su libro de estupendos artículos literarios es el gordo de una lotería que, tras comprar el billete del volumen, toca siempre. No es sólo la pedrea de que el amigo se ahorrase el macetazo –tras el que, como en una película de Woody Allen, podría haber salido defendiendo las ideas de Vox–, es que sus artículos son premios de inteligencia, ironía y palabra precisa. También del análisis político, salvo cuando…
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