Monticello
Víctor J. Vázquez
El auxilio de los fantasmas
Hay que tener mucho cuidado con dejar de pagar un recibo de la luz por mucho que el viento sople con fuerza el pasado domingo, tire los árboles de las barriadas y del Club Pineda y, al menos, reduzca el precio de la energía. Hay que estar muy vigilantes para que Hacienda encuentre mantequilla en la cuenta corriente cuando meta el cuchillo este noviembre para cobrarse el segundo plazo del IRPF. No se olviden de tener saldo suficiente para la declaración trimestral del IVA, el pago de la contribución urbana (ahora IBI), las tasas de basura del Ayuntamiento, ni por supuesto los recibos del agua. Si el banco aprecia que usted no tiene saldo para hacer frente a semejantes demandas de cobro, sepa usted que pasa a formar parte de la lista de morosos, una base de datos que en clave local se denomina la lista de tiesos. Sí, se trata del famoso y temido RAI, que no es la televisión pública italiana gracias a la que veíamos a Induráin dejar clavado a Chiapucci, sino la Relación de Aceptaciones Impagadas. Si usted ingresa en esa lista puede que le sea negado un préstamo hipotecario u otros productos bancarios...por tieso. Nadie admite oficialmente la existencia del RAI, ninguna criatura lo ha visto, pero existe y se usa. Los bancos se protegen de los tiesos como los vampiros de la luz. Ojú, Halloween. ¿Y qué me dicen del RAI en su versión local? Existe un RAI hispalense como en todas las ciudades. Aquí al final se sabe quién dejó de pagar las cuotas para ser rey mago, quién debe la factura del convite de la primera comunión en el salón de celebraciones al que llegó con el niño montado en una limusina, quién se pasó la Feria como un sultán sin pasar por caja, quién no quiere cruzarse con el tesorero del Labradores, el Mercantil, el Náutico o el Casino Militar...
El RAI hispalense es mucho más peligroso que el de los banco en general. La versión local siempre escuece más. El RAI hispalense te cierra puertas sin ruido, porque esta ciudad es la de los silencios. Nunca te dice la verdad de frente. “¿Tú sabes que Fulanito debe hasta de callarse porque todavía adeuda 3.000 euros de aquel fiestón que dio en verano con dos camiones del cáterin en la puerta del chalé? Y eso que el tío nos hizo llevar esmoquin”. Y se corre la voz a la velocidad de una cofradía de la Madrugada por la carrera oficial. Y la gente se echa una mano a la cartera cuando se cruza con el tipo en cuestión. Es el RAI hispalense que se saben como nadie los hosteleros, los administradores de fincas urbanas y clubes, los sastres y los mayordomos de las hermandades. Contra los tiesos profesionales se inventaron las provisiones de fondo, pero contra los tiesos aficionados al mangazo, el impago y la lápida solo existe el RAI hispalense. No hay sentencia peor que definir a Fulanito como “mal pagador” para acto seguido repasar los fastos que organizó en los últimos seis meses: la bendición de la nueva casa, la puesta de largo en el club de la playa o el cumpleaños de la señora. Los morosos profesionales existen. Son los desahogados de siempre. Creen que controlan la situación, que nadie sabe nada, pero hay un Saturno en la ciudad que los devora lentamente, en silencio, sin ruido, como todas las cosas importantes que, al fin, hace Sevilla. Con esa fina crueldad que no deja huella. Y sonríe. Y nadie dice nada.
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