La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Sevilla/La primera Ley de Metro de Sevilla es de 1975, publicada en el BOE pocos días antes de la muerte de Franco. Cuando se cumplan 50 años de ese texto solo tendremos en funcionamiento una línea y, si todo va bien, estará en construcción la segunda, de la que se celebró la puesta de la primera piedra el pasado lunes. La conclusión es evidente: nos cuesta un mundo cualquier avance verdaderamente importante. En cinco décadas sólo tenemos...¡una sola línea! Además sufrimos los problemas derivados de tanta lentitud, porque al no haber una continuidad en las inversiones públicas corremos el riesgo de que se nos quede antigua en poco tiempo cualquier nueva infraestructura. Ahí tenemos el Puente del Centenario, que antes de ayer era presentado como un icono de la modernidad. El aeropuerto, que ya ha tenido que ser ampliado. La SE-40, que no está terminada. Y la conexión ferroviaria entre San Pablo y Santa Justa, que duerme plácidamente como los apóstoles del misterio de la Plaza de los Carros. Andalucía progresa cuando previamente lo han hecho en gran proporción las partes más avanzadas de España. Tienen que evolucionar mucho los demás para que, al menos, nosotros lo hagamos la mitad que ellos. Es la historia de nuestra autonomía. Y Sevilla es un calco de esta realidad. A cincuenta años por línea de Metro.
Fíjense lo que decía la ley de 1975 sobre las necesidades de la ciudad al respecto: “Los problemas del transporte urbano de Sevilla, motivados por la existencia de una red viaria urbana totalmente inadecuada para las necesidades del tráfico de superficie, dada la peculiar fisonomía y la antigüedad de la población, especialmente en la zona interior a las Rondas, se han visto singularmente agravados en los últimos tiempos por el crecimiento del número de habitantes. La inadecuada infraestructura viaria impide atender la creciente demanda de transporte mediante el mejoramiento de los transportes de superficie, por lo que para evitar una situación de grave colapso circulatorio de la población, a plazo no lejano, se precisa acometer sin dilación la construcción de un ferrocarril subterráneo metropolitano”.
Hoy podríamos hacer un copia y pega (como alumnos zascandiles del siglo XXI a la hora de hacer los trabajitos que les encargan los profesores) para explicar mucho de lo que ocurre en Sevilla casi 50 años después. Decíamos ayer... Y sigue valiendo hoy. Somos fray Luis de León a lo hispalense al hablar de “movilidad”, de soltera “tráfico”. Hemos mejorado mucho, pero en el fondo no hemos cambiado. Que salga el gurú y diga que tenemos un problema “estructural”. Y que se le pague por su dictamen.
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