La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lluvia en Sevilla merece la fundación de una academia seria
COMO debe ser, cargado de palomitas, y con niños, acabo de ver la película El lince perdido. No voy a hacer una crítica de cine, porque ya en este periódico las hacen los expertos mejor que yo, que no lo soy. Sólo puedo decir que los niños se divirtieron y que yo disfruté como un loco bajito, que diría Serrat. Así que en un confortable sillón me he pasado casi un par de horas delante de una producción de dibujos animados de alta calidad en tres dimensiones. La historia es una comedia divertida, una aventura de animales, como las que estamos acostumbrados a que nos lleguen de Estados Unidos, pero con animales de nuestro entorno que están perdidos en escenarios tan familiares como el desierto o las playas de Almería, Doñana, Despeñaperros o la propia Sierra de Cazorla. Porque la película de la que les hablo, de la que ya hay copias vendidas en 35 países, está hecha en España, más concretamente en Andalucía, en Granada. Y eso, además de cambiar a los protas, afortunadamente, imprime carácter. La película, dirigida por Manolo Sicilia y Raúl García, es una película de aventuras con buenos toques de humor escrita para divertir a niños y a mayores. Como no podía ser menos. Pero es de agradecer que no se haya quedado ahí, que la diversión lo justifique todo. Para entendernos, la película no es un "hormiguero". Creo que Manolo y Raúl han tratado de conjugar la aventura con el mensaje, o el mensaje con la aventura, algo que todo el mundo que se dedica a la divulgación sabe lo difícil que es. Si lo han logrado o no, lo dirán la audiencia y el entusiasmo de los niños que la vean. La audiencia es difícil de predecir, pero yo me imagino a los niños pequeños que estaban en la sala.
¿Cuántos de ellos han visto un camaleón, o un lince o incluso un flamenco? ¿Cuántos han visto un parque eólico? Puede que no muchos. Pero pronto oirán hablar de ellos, en los libros, en los periódicos o en internet. Y es entonces cuando esta película tendrá su justo valor. Cuando con sus colegios vayan a conocer los Centros de Recuperación de Especies Amenazadas y (re)conozcan la labor que allí hacen los científicos conservacionistas. O cuando, con sus padres, vayan a conocer los parques Naturales, desde el de Cabo de Gata-Níjar al de Sierra de Aracena y Picos de Aroche, o desde el de la Sierra de Castril al de Grazalema, y entonces (re)conozcan en los paneles de los centros de información a unos animales que les hicieron reír y entusiasmarse y que ya en su infancia les hicieron también pensar sobre ellos y sobre nosotros. Y recordarán otra vez aquellas ideas que se le vinieron a la cabeza tras ver la película y que ahora volverá a rumiar recorriendo el Parque Natural. Porque El Lince perdido trata a los niños como lo que son, como personas inteligentes, y les da diversión, aventura e ideas. Por eso, es una película sobre la que padres e hijos pueden hablar después de haberlas visto, quiero decir, hablar sin necesidad de forzar la conversación, esa forma de hablar con nuestros hijos con la que todos soñamos. Y por eso, está claro que la película va a ser útil en los colegios. Es una fuente de trabajos de clase, sobre la propia fauna o el paisaje natural, o sobre conceptos mas importantes como la libertad o el amor. La propia moraleja de la película, o nos salvamos todos o no hay salvación para este planeta, es de por sí uno de los temas de debate más jugoso y más difícil de llevar a los colegios.
El lince perdido ha sido realizada por Kandor Graphics. Y para aquellos que crean que no es posible hacer algo de esa calidad aquí, les aseguro que ha sido así, que lo han hecho los muchachos de la puerta de al lado. Literalmente. La puerta de al lado de mi laboratorio en el Centro de Innovación de Empresas de Granada. Ahí los he visto estos años crear todos los personajes y animarlos día a día. No es trivial hacerlo. Conocí a Manolo Sicilia, a Juan Molina y a Marcelino Almansa, los propietarios de Kandor Graphics, hace diez años, cuando la empresa cabía en un piso de la calle Melchor Almagro junto a la Facultad de Ciencias. En aquel entonces, la NASA y la Agencia Espacial Europea habían seleccionado nuestros proyectos de cristalización en el espacio y teníamos que hacer un par de vídeos contado nuestra técnica. Buscando que se hiciera aquí -hay que apostar por eso-, recalamos en aquel piso y Manolo nos hizo un par de vídeos fantásticos que mostramos orgullosos por todo el mundo y que fueron la envidia de nuestros colegas americanos y europeos. Por eso la luz de la película me resultaba familiar. Les explico por qué.
Cuando un artista pinta un cuadro, cuando un fotógrafo toma una imagen, ve un espacio tridimensional (3D), un volumen pero lo que ve lo plasma, lo ha de plasmar, en una superficie plana, en una superficie bidimensional (2D). La habilidad del artista está, en "trabajar" la complejidad de la realidad 3D para separar la luz, las texturas, la perspectiva, el peso, hasta construir la imagen con todos esos elementos. Muchas tiras cómicas, tebeos como los de Mortadelo y Filemón, son totalmente planos, son 2D, aunque en muchas otras más modernas, los autores se preocupan por dar un efecto de relieve, 3D, a veces espectacular. Cada viñeta se hace por separado, porque son pocas. Las animaciones 3D nacen con la idea de hacer más "real" la historia dándole volumen a toda la trama. Si tenemos en cuenta que en una película como ésta, el número de imágenes puede ser de unas 150.000, no es de extrañar que se busquen algoritmos que permitan hacer más llevadero el trabajo. La técnica de oclusión ambiental es una forma de ahorrar tiempo de ordenador cuando se hace la renderización de las imágenes. Esa técnica permite calcular automáticamente, a partir de una iluminación ambiental, la luz que refleja una superficie cualquiera a partir de las superficies de las que está rodeada. La técnica, que Kandor Graphics lleva utilizando hace años, es la misma que Disney-Pixar utilizó en Ratatouille, y permite dar relieve a las imágenes con un tiempo de ordenador mínimo. El resultado es esa característica luz de día nublado, como si se pusiera un tenue velo de tul delante del objetivo de la cámara. Es decir, que junto con los animadores, también está aquí el equipo técnico que mantiene al día la calidad del software, una pieza clave para continuar con los proyectos internacionales en el futuro.
Por supuesto Raúl García, con su curriculum y su paso por la meca del cine, Hollywood, ha sido un apoyo fundamental para "sacar" de Granada la película, pero es cierto que todo está hecho aquí.
Bueno, ya termino, y lo hago contento de llegar aquí, como me propuse, sin desvelarles el guión de la película ni hablarles de Antonio Banderas. Hecho.
PD: Ah, se me olvidaba. La escena en la que un águila sobrevuela los riscos de la Sierra de Segura llevando en volandas a la cabra Beeea, con la música de Sergio de la Puente fundiéndose con la que Antón García Abril compuso para El Hombre y la Tierra, es un maravilloso homenaje, entrañable homenaje, a la inolvidable, histórica escena realizada por Félix Rodríguez de la Fuente. Todo un logro.
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