La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El pase robado con la 'mafia' del taxi de Sevilla
Carmen P. Acal nos informaba ayer en estas páginas del alineamiento planetario que se dio anoche, sin que las nubes, ay, nos dejaran contemplarlo. Los planetas alineados fueron Venus, Marte, Júpiter, Saturno y Neptuno. Pero el día 28 de febrero se les unirá Mercurio, de modo que el mundo verá un solemne cortejo de planetas, en el cielo hospitalario y vivo del invierno, cuando aquí andemos celebrando la autonomía andaluza. La pregunta, claro, es qué significan estos ordenamientos planetarios: si son benignos o malignos, si albergan algún vaticinio venturoso o funesto, si son un hecho irrelevante o una velada señal de las alturas. Por ejemplo, la alineación de ayer mismo, ¿guarda relación con la jura presidencial de Trump? Y en cuanto a la vasta alineación del 28-F, ¿es una alusión al presidente Moreno, o un presagio de la llegada de la vicepresidenta Montero al PSOE-A? Qué nos depara, en fin, tanto planeta en fila.
La periodista María Marañón ya me había advertido de tan extraño fenómeno, conociendo mi afición al cabrilleo celeste. Uno aprendió algunas cosas de astronomía cuando se alistó, hace ya más de cuarenta años, en la Agrupación Astronómica Albireo que presidía el historiador don José Luis Comellas, un asombroso sevillano del Ferrol. El hecho es que la estrella de Belén antes se figuraba como un cometa, como un fuego sublunar, según la vieja terminología científica, y ahora los estudiosos del asunto se inclinan por una conjunción como la que ayer –y hasta finales de febrero–, auspicia o proclama una nueva era de incertidumbre. Alguna vez he contado aquí que cuando el Halley pasó en mayo de 1910, varios franceses aprensivos se arrojaron al vacío tras los vaticinios del astrónomo Camille Flammarion, que advertía de la presencia de cianuro en su cola. Luego la cosa quedó en nada, pero los muertos se convirtieron, mire usted por dónde, en mártires de la ciencia.
Es verdad que el universo parece disfrutar tomándonos el pelo con este tipo de señales en cifra. Recordemos que doña Leire Pajín insistía en que la última alineación planetaria había sido la coincidencia de Obama y Zapatero en sus funciones de gobierno. Pero hete aquí que Obama se jubiló, Zapatero acabó de dragomán o visir de Maduro, y de aquellas prosperidades nunca más se supo. Puestos a esperar el prodigo, uno prefiere la magia inocua de los sabios del Oriente, la soledad hechizada que sugieren. El 28 de febrero, por otra parte, llegaron al mundo Montaigne y Gutiérrez Solana. Dos corazones melancólicos, dos grandes desesperanzados.
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