La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La Sevilla fina en la caja de Sánchez-Dalp
En estos días de finales de noviembre era costumbre que se organizara la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Sevilla en la plaza Nueva, que se prolongaba hasta el puente de la Inmaculada inclusive. Este año cambió de fechas y se adelantó. Se organizó desde el 27 de septiembre al 20 de octubre. No coincidirá con el II Congreso Internacional de Hermandades. También cambió de escenario, aunque cercano, ya que pasó desde la plaza Nueva a la de San Francisco. En esta plaza ya había estado antes. En San Francisco quedó recogida y como en casa. En San Francisco soportó algunos chaparrones, como es tradicional costumbre.
A la Feria del Libro propiamente dicha también le llovió, con chaparrones de alerta naranja. Parece que los libros atraen nubes, de por sí poéticas, cuando no pasan de suaves límites. La Feria del Libro de Sevilla se trasladó este año a los Jardines de Murillo. Se celebró del 24 de octubre hasta el 3 de noviembre, con el puente de Todos los Santos por medio. Fue ampliada tres días, de consolación, por las lluvias padecidas. La Feria del Libron en los Jardines de Murillo, a su manera, evocaba a la de Madrid (donde, por cierto, también suele llover), que se organiza en el Retiro. La Feria del Libro de Sevilla tuvo aspectos positivos y parece que ha gustado el nuevo escenario. Aunque no es lo mismo el Retiro madrileño en junio que los Jardines de Murillo a finales de octubre y principios de noviembre. Visto lo que se ha visto este año, quedan serias dudas de que resulte mejor en octubre que en mayo. El otoño es la estación más lluviosa de Sevilla y el nuevo escenario era demasiado propicio al fango.
Fijarse en la Feria del Libro de Madrid como modelo está bien, pero sin olvidar que la de allí es diez veces más grande que la de aquí, y que se venden muchos más libros, y acuden casi todos los escritores y escritoras, y va la reina Letizia para inaugurarla. Y en cuanto a los libros antiguos y de ocasión, en Madrid tienen la cuesta de Moyano, con sus puestos abiertos todo el año, y decenas de librerías antiguas que aún sobreviven
Las ferias de los libros contribuyen a fomentar la lectura, pero sobre todo sirven para vender más. No deben hacernos olvidar que en Sevilla aún hay librerías abiertas todo el año y que algunas se están perdiendo entre la general indiferencia.
Hoy en día las editoriales publican muchos libros nuevos, quizás demasiados. Y se tiran a la basura gran parte de los antiguos. Cuando un bibliófilo se va queda un espacio vacío, que no se puede llenar, porque a su familia le estorba. Así vemos el futuro que espera a los libros. Son lectura para hoy y pocos resisten el mañana. También los libros en polvo se convertirán.
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