La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lluvia en Sevilla merece la fundación de una academia seria
En estos últimos años se han censurado obras de Twain, Fleming, Dahl, Christie, Disney o Conrad, entre otros, para eliminar referencias consideradas ofensivas. En Estados Unidos se han prohibido en centros escolares Las aventuras de Tom Sawyer y Las aventuras de Huckleberry Finn o se han manipulado las obras sustituyendo los despectivos –pero propios de la época– “nigger” por “esclavo” e “injun” por “indio”. En el caso de Dahl “niños y niñas” se ha convertido en “niños”, los “hombres nube” en “personas nube”, “enormemente gordo” en “enorme” y se han añadido frases que no estaban en los textos originales. Las novelas de James Bond advertirán: “Se han hecho actualizaciones. Este libro fue escrito en un momento en términos y actitudes que podrían ser consideradas ofensivas por los lectores modernos eran habituales” (también los censores españoles eliminaban lo que consideraban ofensivo). A Diez negritos de Christie le cambiaron el título por Y no quedó ninguno en su primera edición americana y todas sus novelas están siendo manipuladas por una “comisión de lectores sensibles”. Los clásicos de Disney advierten sobre contenidos incorrectos raciales o sexistas: los gatos siameses de La dama y el vagabundo son un estereotipo racial y el beso del príncipe a Blancanieves es no consentido.
Singular es el caso de El negro de Narcissus de Conrad. En su primera edición americana de 1897 se tituló Los niños del mar porque un libro sobre un negro no se vendería bien. Más de un siglo después, por motivos opuestos, se editó como The N-Word of the Narcissus (N-Word: la innombrable palabra con N). Y hay merluzos que consideran racista El corazón de las tinieblas.
Mientras tanto, en España, la ofensa a los sentimientos religiosos no será delito si sale adelante el plan del Gobierno –porque hay a quienes se puede y a quienes no se puede ofender– y en la inauguración de los juegos olímpicos, que supuestamente son una manifestación de integración y convivencia respetuosa, se hace una grosera burla del cristianismo, en una supuesta reivindicación LGBTI+, ofendiendo, como denuncia la Conferencia Episcopal francesa, los sentimientos de los creyentes en nombre de una libertad de expresión que a Twain, Fleming, Dahl, Disney, Conrad y otros se les niega. En tiempos de seudo paganismo imbécil, sean echados los cristianos a los leones de la falta de respeto, la burla y la ofensa.
También te puede interesar
Lo último