Leaving Las Vegas

18 de octubre 2024 - 03:07

De vez en cuando hay quien advierte de que Sevilla no termina en la Puerta de Jerez. Yo diría más: que el alquiler turístico supere al residencial en el centro invita a pensar que Sevilla comienza de la Puerta de Jerez hacia fuera. El grueso de la población, y sus vínculos e intercambios, tienen lugar en barriadas, polígonos, ensanches, parques empresariales y núcleos urbanos adyacentes que dan cuenta de una ciudad no solo muy diversa –que no está nada mal–, también muy desigual –que sí lo está–. En la misma área metropolitana tenemos los municipios con la renta per cápita más alta de Andalucía y los barrios más pobres de España. Tal contraste debiera ser indicativo (se enciende la señal de emergencia, aviso a navegantes) de que algo no va bien en la correa de transmisión social y económica.

El otro día –andaba a mis asuntos– confundí las imágenes del cielo de las Tres Mil, iluminado por las ráfagas de armas de guerra, con el cielo de Beirut. La equivocación me estremeció. No es normal que, a pocos barrios más allá, haya una suerte de Ciudad de Dios, puesta al filo de sí misma por los clanes de las armas y el narco. Nuestras vecinas y vecinos de Las Vegas o Los Verdes padecen en primera línea las consecuencias no solo de la violencia –que no es más que uno de los síntomas–, sino de habitar la zona urbana más deprimida, marginal y estigmatizada del país. Baste con consultar la esperanza de vida, los índices de obesidad, el absentismo escolar o el nivel formativo, para concluir que no es nada fácil leaving Las Vegas. Lo compruebo cuando voy a alguno de los institutos del barrio para hablar con las y los estudiantes y el profesorado, cuando camino por sus calles, o cuando algún amigo nacido y criado allí me cuenta qué lo salvó del arroyo y del hoyo. También lo he podido comprobar en el relato ufano y abyecto de algún dandi de saldo aficionado a bajarse a tontear a los infiernos. Hay gente pa to.

Así las cosas, puede optarse por tomar el problema de raíz a puntas, o bien por ponerlo lejos; por abrirnos o por cerrarlos. Una de dos. Plantear suspender los servicios de Lipasam y Tussam sería optar. Proponer subir un poquito más la tapia y que entre el Ejército –iniciativas que pueden leerse en las redes– es optar. Remangarse las administraciones local, autonómica y nacional para buscar soluciones en y desde todos los niveles y plazos es optar. Cada cual mire dónde se sitúa. Habría quien rechiste: “Lo que se lleva tanto tiempo intentando no surte efecto”. Esto es tan lento como honda su causa. Pero también me consta que, a pesar de la balacera ensordecedora de estos días, sin embargo, se mueve. De Leaving Las Vegas (salir de ahí para poder vivir) a Living Las Vegas (que se pueda vivir ahí) hay un inmenso salto. Merece la pena darlo.

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