Ladran, luego Sánchez cabalga

31 de julio 2024 - 03:07

La Generalitat bien vale entregar la llave de la caja. Todos los periódicos nacionales, sea cual sea su línea editorial, reflejaban el alto precio que los españoles y la cohesión de España pagaremos por la investidura de Illa. Los de línea antes progresista y ahora sanchista utilizaban “acuerdo”, “concierto”, “pacto” o “preacuerdo” a cambio de la investidura. Reconociendo que, como dijo la portavoz de ERC, Cataluña se sale del régimen común de financiación gestionando el 100% de los impuestos y tendrá “la llave de la caja”. Es decir, reconociendo lo abusivamente caro que a España y a los españoles nos sale la investidura de Illa. Sin tampoco poder ocultar que, como dijo Marta Vilalta, “disponer de los recursos económicos nos prepara para dar el salto a la independencia”. Para esto han servido los indultos y la amnistía que estos mismos medios defendieron como normalización, cohesión y superación de un problema. En España los únicos que nunca mienten –ni tan siquiera disimulando cuando los indultan y amnistían– son los independentistas.

Los medios más críticos con el Gobierno utilizaban términos más duros: “arrancar la independencia fiscal” a cambio de avalar a Illa, “Sánchez revienta la solidaridad fiscal a cambio de seguir aferrado al poder”, “Sánchez acepta el chantaje de ERC”, “el Gobierno entrega a Cataluña el 100% de los impuestos a cambio de investir a Illa” y “desbarata la solidaridad fiscal” o “revienta el sistema”. Todo para nada. “Ladran, luego cabalgo”, debe decirse Sánchez.

En lo esencial hay coincidencia entre unos y otros en que se trata de un trueque, más que de una negociación política seria entre iguales, en el que uno tiene agarrado al otro por donde dijimos y se puede permitir fijar el desorbitado precio que el estrujado Gobierno tiene que pagar para lograr la investidura. Y con el Gobierno, los estrujados ciudadanos, víctimas de lo que García-Page ha llamado “grave atentado a la igualdad que me tiene perplejo” y Lambán “entregar España a cambio de la investidura de Illa” y “quiebra brutal de la igualdad entre todos los españoles” que “como socialista, como demócrata y como español me resulta inadmisible”. Todo para nada, también. Palabras tan inútiles como las críticas de los ciudadanos en sus charlas de café. La nuestra es una democracia narcoléptica que solo despierta (y no del todo) cada cuatro años para volver a dormirse.

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