Jueces y penes

24 de enero 2025 - 03:07

Pasan los días y aún no he ido a ver la que dicen que es una de las grandes exposiciones de la temporada en Madrid: Esperpento. Arte popular y revolución estética, que acoge el martirizado museo Reina Sofía. Pero no me importa demasiado, la actualidad da suficientes materiales para que cada uno se monte su propia muestra grotesca. Ahí tienen los interrogatorios del ya famoso juez Carretero en el proceso a Íñigo Errejón por una presunta agresión sexual a Elisa Mouliaá.

Empecemos por la filtración de los vídeos. Tenemos a todo un fiscal general del Estado al borde del precipicio por revelar secretos pero parece que nadie ha tomado nota. La Justicia española es una auténtica máquina de filtrar, un queso de gruyere, un paño de encaje de Holanda... En cualquier mentidero del reino se actúa con más discreción que en los tribunales. Sigamos con los interrogatorios. No hay nadie que pueda defender esa manera de cuestionar. Con Errejón, su señoría se portó como un tertuliano, más pendiente de mostrar al acusado sus incoherencias ideológicas y su poca vergüenza (algo que todos damos ya por probado, pero que no es un delito) que por establecer la verdad de los hechos. Y con Elisa Mouliaá... el tal Carretero parecía la caricatura de un confesor rijoso. El problema de España es que somos un país de archipámpanos, arrapiezos, bergantes, berzotas, bibéndums, bicharracos... de brontosaurios escapados de la prehistoria, por usar una pequeña muestra del rico diccionario de descalificaciones del capitán Haddock (¡Oh, mi capitán!). No tengo duda de que de ahí vienen todos los males de la patria, desde los insultos a los profesores hasta las blasfemias en TVE. Eso sí, qué bien nos lo se lo está pasando la ciudadanía con tanto pene, tetas y culo. Otros, más malvados que Carabel, ven con regocijo cómo se ha desmoronado el “yo sí te creo, hermana” para dejarlo en un “yo sí te creo, hermana, siempre que nos venga bien políticamente”.

Y, cómo no, la anécdota del interrogatorio del juez Carretero ha sido aprovechada por algunos para incidir en los ataques a sus señorías como casta derechista y sin depurar, como parece demostrar su colaboración con el franquismo cuando eran unos bebés o todavía no estaban ni en la mente de sus padres. Parece como si a algunos les molestase que los señores de las togas se pasasen años hincando los codos para sacar unas oposiciones mientras ellos plagiaban la tesis doctoral y peroraban en el bar de la facultad.

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