Jano, el artista bifronte

30 de junio 2024 - 03:10

La exposición Jano. Medio siglo de carteles e ilustración, organizada por la Dirección General de Patrimonio Cultural de Madrid, sigue haciendo justicia –porque afortunadamente su reconocimiento empezó hace unos años– a quien, junto a Josep Soligó y Macario Gómez Mac, fue el mayor cartelista de cine: Francisco Fernández Zarza Jano –dios bifronte, artesano y artista, de los carteles– de cuyo taller en la madrileña calle Bordadores salieron miles de carteles y los gigantescos murales de cines de la Gran Vía.

El cartel de cine exige no sólo la habilidad que en muchas ocasiones traspasa la indecisa frontera que separa la artesanía del arte, también una singular capacidad para definir la esencia de una película escogiendo de entre sus miles de imágenes en movimiento unas pocas imágenes estáticas que la representen y además resalten lo que para el público sea más atractivo. En el caso de Jano basta citar su extraordinario cartel simbólico para Surcos de Nieves Conde en 1952: los surcos paralelos convergen sobre un horizonte en el que se elevan los grandes edificios de Madrid sobre los que, como se alza la gigantesca figura de un explotador –abrigo, sombrero– con una mano apoyada sobre los edificios, como si los dominara, y otra amenazadoramente extendida hacia la familia de labriegos que va a ser devorada por la ciudad. Era tan potente que fue censurado.

Justo homenaje. Los carteles forman parte de la historia de las artes aplicadas, del arte y del cine. Y de la memoria sentimental de quienes los disfrutamos. Las películas solo tenían tres medios para publicitarse: los grandes murales de las fachadas de los cines, los fotogramas que se exponían en sus vestíbulos y los carteles que se distribuían en expositores de madera por toda la ciudad, los de las salas de estreno con mayor amplitud y los de las de reestreno y de verano por sus barrios, y se reproducían en los anuncios de prensa y en los programas de mano. Nada de ello existe ya. Ni murales, ni carteles por la ciudad, ni publicidad en la prensa.

Sevilla tuvo sus cartelistas para los murales de los cines de estreno: el Coliseo, el Llorens, el Pathé, el Cervantes, el Palacio Central o el Imperial, el mayor de todos. Sus obras eran efímeras y son irrecuperables. Pero quizás sus herederos conserven bocetos y hay fotos de los cines con muchas de sus creaciones. Podríamos hacerles un homenaje.

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