Jane Darwell y otras historias hermosas

27 de agosto 2024 - 03:08

Hay muchas historias hermosas tras esta película. La fidelidad de Disney a la promesa que hizo a su hija de adaptar sus libros favoritos, que le hizo luchar por los derechos desde 1938 hasta lograrlo en 1961. Su obstinación para conseguir que la interpretara Julie Andrews, triunfadora en Broadway con My Fair Lady y Camelot, pero una completa desconocida en cine, razón por la que Jack Warner optó por dar el papel de Eliza a Audrey Hepburn cuando produjo My Fair Lady (la venganza de Andrews fue arrebatarle el Oscar). A Disney no le importaba que fuera una desconocida en cine, como tampoco le importó esperar que terminaran las representaciones de Camelot y, tras ellas, seguir esperando porque Andrews se había quedado embarazada. O que, tras tanta espera, no quisiera separarse de su hija y su marido, el diseñador de producción Tony Walton: Disney lo contrató como diseñador de decorados y vestuario, alquilando una mansión para la familia.

Hay otras historias hermosas, como la intensa, íntima colaboración entre Disney y los hermanos Sherman en la creación de las canciones, cuya orquestación y dirección musical confió al gran Irwin Kostal, que acababa de ganar el Oscar por West Side Story. Pero mi favorita es la de Jane Darwell. ¿Que no saben quién es? Se equivocan. Es la muy fordiana Ma Joad en Las uvas de la ira (por la que ganó el Oscar), Kate en Pasión de los fuertes, Florie en Tres padrinos, la hermana Ledyard en Caravana de paz, Aurora Ratchidd en El sol siempre brilla en Kentuky y Delia Boylan en El último hurra. En 1962, octogenaria, estaba retirada en una residencia para actores. Rechazó el papel de la mujer que vendía comida para los pájaros en las escaleras de San Pablo. Pero Disney insistió tanto, la visitó tantas veces y le dio tantas facilidades, que tuvo que rendirse.

Durante el rodaje muchos se preguntaban –como si fuera una versión feliz de la visita de Norma Desmond al plató de DeMille en El crepúsculo de los dioses– quién era esa anciana que llegaba en la limusina que el estudio había puesto a su disposición para trasladarla desde su residencia al plató, a la que el propio Disney salía a recibir. Era Jane Darwell, la grandísima y entonces casi olvidada actriz a la que Walt ofreció el momento más hermoso de la película, el de la canción Feed the Birds. Hoy hace 60 años que se estrenó en Hollywood. Y, sí, es Mary Poppins.

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