Monticello
Víctor J. Vázquez
El auxilio de los fantasmas
Estamos a un paso de que Lipasam active un teléfono de denuncia anónima sobre basura acumulada en la vía pública y, cómo no, sobre los autores de semejante guarrería. Con lo que le gusta a esta ciudad mirar tras el visillo y activar el gatillo del teléfono móvil, ya veríamos la lista de los tíos más cochinos (residentes y turistas) en poco tiempo. ¿No denunciamos en las redes la porquería dejada a los pies de la Giralda, en el Parque de María Luisa, en Sierpes o en la Alfalfa? Pues elevemos a la categoría institucional de normal lo que en las redes sociales es normal, dicho sea a lo Adolfo Suárez. Coloca usted una foto de contenedores hasta las trancas de desechos y ya están los señores operarios de la empresa municipal de limpieza actuando como si fueran la UME. Habría que encauzar todo ese movimiento acusador por vías organizadas. Nada funciona mejor que la inquisición de la basura, el soplo, el chivatazo. ¡Delatemos al guarro, al incívico, al maleducado! En Sevilla funcionan la mar de bien las denuncias anónimas. A falta de más barrenderos, hay que centrar los esfuerzos donde se repite continuamente el mismo problema.
Tenemos a la concejal de limpieza, arbolado y parques y jardines, doña Evelia Rincón, metida con una intensidad que agradecemos en el bucle de atender las denuncias. "¡Por allí, por allí va el tío con las bolsas de basura tras salir de los apartamentos!". "¡Allí están las papeleras colapsadas!". "¡Qué asco cómo ha quedado la plaza tras la final de fútbol!". Y doña Evelia y su equipo al quite, prestos la reacción rápida, a la explicación oportuna. Hace veinte años te daban la delegación de limpieza y eras un concejal de segunda fila con algún minuto de gloria para explicar cómo funciona la máquina de quitar la cera, el barco que recoge la porquería del río o el camión cisterna de tracción animal que riega las calles de la Feria. Hoy la gestión de la limpieza necesita batirse el cobre, aguantar los chaparrones en las fosas sépticas de las redes y estar de forma permanente en el foco. En el primer año de gestión del actual gobierno no nos hemos librado de la barrila de la limpieza, cuando hace veinte años la estrella de cualquier corporación municipal era el urbanismo. ¿O quizás el problema no es la limpieza, sino la mala educación de unos y otros? Hace poco me crucé con un sevillano por Sierpes que llevaba la bolsa de basura en la mano. "Buscando un contenedor que voy, a este paso llego al Laredo y le pido a Robles que, por favor, me recoja la bolsa".
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