Indiferencia saludable

20 de marzo 2025 - 03:07

Se clausuró el pasado 16 de marzo la exposición Del Greco a Zuloaga. Obras maestras del arte español en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Esta vez no se me escapó. El día a día, lleno de buenas intenciones y muy poco tiempo, hace que a veces me pierda estas oportunidades únicas. No sé de arte, pero lo disfruto tanto como el comer (literalmente), así que fue un acierto recurrir a la inestimable guía de Ignacio Trujillo para conocer las obras que entre el museo de Bellas Artes de Sevilla y el de Bilbao trajeron a esta muestra. El recorrido expositivo incluía pintores como Goya, Zuloaga, Camarón o Fortuny, y mucho Siglo de Oro: Juan de Roelas, Herrera el Viejo, Sánchez Coello, Arellano, Iriarte, Pantoja de la Cruz, Murillo, El Greco o Zurbarán. Me impresiona esta etapa de apogeo español de cultura, arte, literatura y ciencia. ¿Cómo hubiera sido vivir un tiempo en el que los influencers eran Cervantes, Velázquez, Juan de Herrera, Quevedo, Góngora, Santa Teresa, Juan del Encina, Escalante, Tirso, Jerónimo de Ayanz, Berruguete, Luis de Morales, Lastanosa, Lope, Valdés Leal o Baltasar Gracián? Me encantaría tener una charla con este último. Sacerdote jesuita, escritor y filósofo, escribía cosas como “Escucha, mira y guarda silencio” o “Nunca hagas nada cuando estés de mal humor, porque harás todo mal”. Preguntarle por aquello de que el silencio es el santuario de la prudencia y debatir en torno a una frase que le es atribuida: “No hay mayor desprecio que no hacer aprecio” (El criticón, 1651). Saber qué me respondería si le dijera que entiendo que la indiferencia es mucho más saludable y poderosa que el desprecio frente a las críticas destructivas o el insulto, pero que ese saber alejarse no creo que sea la actitud más efectiva cuando el ataque no es ejercido sobre ti o tu obra, sino sobre un ser querido o vulnerable, o sobre un acontecimiento bueno y loable.

Desde hace unos años sigo en Instagram a una madre de familia llamada Mariana de Ugarte. Tiene dos hijos, Mariana (8) y Jaime (6), ambos con síndrome de Down. Con optimismo, visualiza y normaliza la realidad de sus vidas y estoy segura de que es de gran ayuda para otras familias en iguales condiciones a la hora de afrontar la crianza. Transmite realismo, amor, paciencia, fe e ilusión, de manera que resulta difícil no sentir cariño sincero por ella y su familia. En una ocasión respondió a un comentario, tan despiadado que no voy a escribir aquí, sobre sus hijos. No es que fuera la primera vez que recibía una crítica ruin, pero, bien decía, a veces hay que plantarle cara al mal y poner en evidencia la miserable condición de quien intenta hacer daño escudándose en que es su opinión.

Practicar el perdón y quitarle importancia a las acciones del otro da libertad y es una muestra de grandeza, pero es igualmente importante combatir la que, para mí, es la actitud más deplorable del ser humano, la crueldad.

No me negarán que esta charla con Baltasar sería de copa y puro.

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