¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Maneras de vivir la Navidad
Está ocurriendo con De Jong en el Sevilla algo similar a lo que el curso anterior pasaba en el Betis con Loren. La sequía goleadora en el goleador es un drama que se enquista hasta durar mucho más de lo deseable. Un goleador depende habitualmente de sus asistentes, léase esos compañeros que han de alimentarle de fútbol y, sobre todo, de ocasiones de hacer diana. Pero, claro, hay goleadores con luz propia que apenas necesitan del prójimo.
Goleadores que se sacan de la chistera conejos como el que se sacó Luis Suárez la otra noche en el minuto 27 del pleito en el Camp Nou. Con una chilena sorprendente, el charrúa convirtió en oro el centro a lo que salga de Semedo, de ahí la diferencia entre el goleador con luz propia y el que está a expensas de lo que produzcan sus colegas. También ocurre en la vida del goleador el espinoso asunto de las rachas y por ahí está inmerso el holandés del Sevilla, quizás por ahí.
Con Loren pasó algo así el pasado curso, que no daba con la tecla para sentir el desapego de una grada que no dejaba pasar una. Afortunadamente, la racha negativa ha enterrado el hacha de guerra y el marbellí ha vuelto a ser el que apareció ante el Villarreal hace un par de cursos en pleno mes de enero. Fue una de las grandes aportaciones que Setién le proporcionó al Betis en su primer año y la verdad es que el muchacho no deja de reconocer lo que le debe al gran técnico cántabro.
Él y también su requerido padre, aquel central que ayudó al retorno del Sevilla a Primera, no pasan ocasión de reconocer lo que Setién influyó para rescatarlo de los campos de polvareda. Vive hoy días de vino y de rosas, lo que también puede pasarle a De Jong en cuanto enchufe un par de remates sin que se interponga el Ter Stegen de turno. Está impreso en el ADN del goleador ese estigma de la racha negativa, Loren la superó y lo mismo puede pasarle al sevillista.
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