Gafas de cerca
Tacho Rufino
Un juego de suma fea
La cita de esta tarde en el Palacio de La Moncloa entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, será la primera oportunidad institucional en la que el máximo representante del Estado en la comunidad autónoma podrá expresar que Andalucía rechaza los privilegios que el pacto entre PSC y ERC para la investidura de Salvador Illa supondría si se materializan en reformas legales (que eso está por ver dado el escaso apoyo parlamentario que actualmente tiene el poder Ejecutivo del Reino).
La posición del presidente andaluz, su Gobierno y su partido, tanto en el ámbito autonómico como en el nacional, ha sido hasta ahora de frontal oposición al fondo de la cuestión: no es aceptable que una comunidad del régimen común se le otorgue derechos que la Constitución sólo reconoce para las comunidades autónomas que gozan de derechos históricos forales.
Moreno, empero, sorprendió en vísperas de la convocatoria afirmando que Andalucía quiere “exactamente lo mismo que consiga Cataluña”. El giro se produce después de que hubiese defendido conjuntamente con el resto de presidentes autonómicos de su partido y junto a su líder nacional, Alberto Núñez Feijóo, que no se debe negociar bilateralmente cuando lo que está en juego afecta a todos.
Es –no sé si debo decir era– la postura coherente: lo más grave del pacto que permitiría el concierto catalán es que la conformación de un gobierno autonómico condiciona la política de financiación y, con ella, la estructura misma del Estado, con una concepción confederal incompatible con el modelo constitucional de federalismo que hemos denominado estado de las autonomías.
En medio del ruido, también el interno del PP, Moreno parece entrar en el juego que más interesa a Pedro Sánchez: dividir al adversario para ganar en río revuelto.
Defender la igualdad entre todos los españoles, una seña de identidad de la política andaluza –que ahora el PSOE-A olvida–, no significa que me den lo mismo que al que quiere romper la baraja. Igualdad no es igual da. No se trata de entrar en el subasteo que alientan los independentistas, en el que siempre, gracias a un sistema electoral con circunscripción provincial, llevan ventaja. La cuestión es que Andalucía vuelva a hacer de contrapeso e impida, como hace casi medio siglo, que una España de iguales se transforme en otra que privilegie a los que más tienen.
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