¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Maneras de vivir la Navidad
La aldaba
Justin Timberlake actuará en la Plaza de España el 30 de mayo de 2025 para abrir la quinta edición del Icónica Santalucía Fest. ¿No se anuncian las coronaciones canónicas con muchísima antelación? Pues ya tenemos cita grande para el Día de San Fernando. La empresa ha abierto una denominada preventa entre quienes tienen la consideración de icóniquers, que son los seguidores pata negra del festival de la Plaza de España ideado y promovido por Javier Esteban cuando –como diría aquel– nadie daba un duro por concentrar a miles de personas en las noches del verano sevillano, sobre todo porque hay otros festivales por esas calendas cerquita de los mares. Esta última edición del Icónica hubo un fotocol de lo más animado, con muchas de las autoridades y sus allegados posando con grandes sonrisas como buenos icóniquers. Qué bien, qué bien, que diría Soledad, que alcaldesa solo hay una, porque en Semana Santa hay dos soledades que uno, por cierto, no se pierde nunca. Esteban abre la taquilla con más anticipación que el Consejo de Cofradías saca las sillas de Semana Santa. Ser icóniquer tiene su gracia, la verdad. Lo más parecido que he oído ha sido la cuenta de partidarios de la presidenta madrileña, los ayusers, que son más de 25.000, y tenemos muy clara la cantidad de partidarios de Javier Aroca, que son auténticos aroquers que lo siguen en la Cadena SER y en las televisiones y que lo paran por sitios muy variados de España y hasta en bares de Gibraltar, que estos ojos lo han visto. El éxito de una marca o de un profesional es que te saquen un término que revele directamente la condición de fan. Cualquier político se pirraría por ese dulce.
Está Sevilla este 2024 para que empecemos a hablar de capillers y aperolers. La ciudad de los pasos en la calle y la de los turistas. En el fondo son términos que suenan mucho mejor que los despectivos peperos y sociatas, términos de barra de bar (si es que no te obligan a sentarte) con palillo en la comisura. Más ejemplos. La última aparición televisiva del abogado Moeckel para hablar y largar de cofradías ha puesto de manifiesto una verdadera legión de moeckeliers con una pasión como en los tiempos de los mítines de Guerra en las campañas de los años ochenta. Claro que hay críticos, que ya decía Torrijos que no se puede pretender caer bien a todo el mundo, pero los hostiles (haters) siempre forman parte del éxito. Conste que uno prefiere el término partidario, muy de la riquísima jerga taurina, dicho sea con el permiso del ministro de Cultura. Que no quiero verla, que no quiero verla, la barbita del ministro, que no quiero verla. Aquí se impone ya hacernos quidiellers para trincar silla en la Magna del 8-D como fieles usuarios... de Quidiello.
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