El hombre que se parecía a Espadas

Yo lo he visto salir de templos sagrados del conservadurismo sevillano entre saludos y abrazos

12 de junio 2024 - 01:00

Yo juraría que vi a un hombre igualito a Juan Espadas. Fue hace muchos años, en el primer Congreso de Católicos y Vida Pública que organizaron los propagandistas en Sevilla. Era, creo recordar, viceconsejero de Medio Ambiente de la Junta, e intervenía junto a otros ponentes en una mesa redonda sobre “el compromiso del laico”. Recuerdo su tono moderado y serio, colmo de catequista. Luego supimos que a sus convicciones socialdemócratas de toda la vida añadía sin complejos su condición de cristiano practicante.

No mucho tiempo después, aquel hombre que se parecía a Espadas fue designado por su partido candidato a alcalde de Sevilla, el año del ciclón Zoido, con nulas perspectivas de éxito. No se arredró ante la debacle, y perseveró hasta hacerse con la alcaldía, e incluso la revalidó con cierta solvencia. En su triunfo, sin duda, pesó su imagen de ciudadano discreto sin aristas, y con habilidad supo hilar un discurso global e integrador, todo lo contrario a la insufrible polarización que sufrimos ahora. Aquel político clavado a Juan Espadas iba a todos tipo de saraos, y con todos se relacionaba. Yo lo he visto salir de templos sagrados del conservadurismo sevillano entre saludos y abrazos, y hasta con alguna promesa de voto de quienes dos horas antes vivían en sus antípodas.

Ha pasado ya algo de tiempo de todo aquello, y uno hubiera pensado, ante los dislates perpetrados desde el corazón de su partido, que quizá hubiera sido más prudente volver a su puesto de funcionario, y dejar las trincheras para gente más desahogada. Pero el Juan Espadas de este tiempo, el que el lunes mismo justificaba como podía sus pobres resultados electorales andaluces en las europeas, el que hace una semana vitoreaba desaforado a una investigada por corrupción en un mitin en Benalmádena, el mismo que le pone la alfombra al presidente Sánchez por donde pisa, como si de un afiliado de tercera se tratase, no tiene nada que ver con aquel, y no parece que esté por esa labor.

Cuentan los que están más enterados que su tiempo en la secretaria general está próximo a su fin, y que ya ni los suyos disimulan en buscarle sustituto. Una pena, que en esta imagen patética de agradador de los señoritos de su partido apenas si podamos reconocer algo de aquel cristiano comprometido que llegaría a alcalde de su ciudad con el respaldo de una diversa mayoría, y el respeto de casi todos.

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