
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La chapuza de la calle Zaragoza de Sevilla
Juanma Moreno sabe de más desde que volvió a Andalucía que el PP de Sevilla no tiene solución. Antes, porque no ganaba elecciones, no había poder para repartir y gestionar las derrotas era doloroso. Ahora, porque hay demasiado y tampoco se ponen de acuerdo en las cuotas de influencia de cada cual. Hay que hacer prácticamente un trabajo de investigación científica para buscar a una persona que haya trabajado codo a codo con la dirección regional. “Suele ocurrir en los partidos que tienen al rango superior en su misma ciudad”, comenta un alma misericordiosa. ¿En serio? Que le pregunten al PSOE de Sevilla.
En la penúltima crisis que la dirección andaluza ha tenido que resolver por tierras sevillanas, parece que ha encontrado la piedra filosofal. El nuevo secretario general, Agustín Aguilera, no sólo formaba parte de la dirección provincial del PP, era el secretario de Economía, sino que ha trabajado directamente con todos los presidentes provinciales desde Javier Arenas, por supuesto, hasta Juan Ignacio Zoido o Juanma Moreno.
Ha colaborado con los portavoces de su partido en el Parlamento andaluz: Carlos Rojas y Carmen Crespo... y todos lo valoran y lo respetan. Cuando Juan Bravo se hizo con los mandos de la Consejería de Hacienda, tras la salida rápida de Alberto Valero en la primera legislatura de Moreno en la Junta, tuvo que hacer un equipo rápidamente. Y allí estaba este chico, de Sevilla, que sabía de números.
Bravo, un técnico metido a político, lo reconoció inmediatamente: era como él. Sabía de lo que hablaba, entendía los presupuestos muy por encima del resto de los mortales (léase diputados y asesores en general) y sabía explicarlo con la misma pedagogía que él aplicaba, aunque sin su vehemencia; tenía carácter propio.
Agustín Aguilera era entonces asesor y el PP de Sevilla, en pago a sus desvelos, lo incluyó en la lista electoral. No entró a pesar de la mayoría absoluta y Carolina España lo heredó en la Consejería. Ahora, la sintonía entre ambos es evidente; igual que la que exhibe con todo el equipo que trabaja con él; es un tipo simpático y trabajador. Por eso el simple asesor es ahora el director de la Oficina Económica de la Junta en donde cuenta con la total confianza del presidente. Cómo será la cosa que hasta es optimista, “aquí estamos para hacer cosas por la gente; no vamos a meternos en peleas catetas”, dice convencido cuando se le pregunta por su reto. “Tenemos 26 alcaldes y estamos tocando la Diputación, ¡es un magnífico momento!”.
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