¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Historias vivas de los cementerios
Manuel Machado Ruiz nace en agosto de 1874 en la calle San Pedro Mártir y la familia se muda a los pocos meses al Palacio de las Dueñas, trasladándose todos a Madrid cuando tiene nueve años. Una vez cumplida la veintena, vuelve a la urbe hispalense para finalizar el bachillerato y cursar Filosofía y Letras, regresando a la capital tras la licenciatura, aunque Sevilla seguirá presente en él y ayuda a que sus efluvios poéticos emanen con efervescencia. Retorna fugazmente a su ciudad natal en 1910 para contraer matrimonio en la iglesia de San Juan de la Palma con su prima Eulalia Cáceres. La guerra civil sería cruenta con Manuel, atrapado al comienzo en Burgos y encarcelado unos días por sus antecedentes republicanos; lo posterior es nebuloso, participando en la propaganda de los vencedores, quizá por un impulso de supervivencia, pero renegando de la permanencia del régimen militar en el poder. De porte altivo y torero, a la vez que cercano, su poesía es de contrastes, de sutileza y requiebros, de carmín y pasión ardiente. Fallece en 1947 en Madrid, olvidado por todos.
Antonio Machado Ruiz ve la luz en el Palacio de Las Dueñas en julio de 1875, donde también vería el patio, la fuente y el huerto claro donde madura el limonero. Tímido y reservado, tendrá a Manuel como valedor en los cenáculos literarios madrileños y parisinos. Catedrático de Instituto en Soria superando la treintena, contrae matrimonio con Leonor Izquierdo, su soporte en una esquiva ciudad de provincias. Al fallecer en 1912 la esposa, sale desesperado y nunca regresará al páramo soriano para visitar la tumba de su amada. Profesor durante siete años en Baeza y doce en Segovia, consigue al fin una plaza en su añorada Madrid. Volverá a Sevilla un solo día, tras un viaje al Puerto de Santa María, sin que se le permita el acceso a Las Dueñas... A pesar del embeleso anímico que vuelca en sus sentidos versos, participa en el devenir de su país promoviendo un socialismo de raíz cristiana basado en la fraternidad evangélica. Tras años de huida durante la guerra, muere en 1939 en el pueblo francés de Collioure.
Los recorridos vitales de los dos hermanos mayores de la saga Machado nos indican que sólo coincidieron ocho años en Sevilla, los trascurridos entre el nacimiento de Antonio y la marcha familiar a Madrid. Los lazos de cariño entre ellos no se quebraron jamás, a pesar de la guerra y la distancia, siendo esa unión su legado a los españoles: la necesaria reconciliación que cierre las heridas de un país secularmente dividido, buscando un camino de encuentro entre los que piensan diferente y extrayendo lo mejor de cada uno sin tener en cuenta raíces e ideologías. Las almas de los poetas reposan en una hermosa glorieta del Parque de María Luisa, abrazadas por celestinas, buganvillas, eucaliptos y tres esbeltas araucarias australianas. “Sueño tranquilo y sano,/ velado por las plantas/ humildes de la tierra y por el bravo/ eucalipto que asoma a mi ventana” (Manuel Machado).
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