Monticello
Víctor J. Vázquez
La libertad de expresión del juez
La aldaba
Nos lo dijo el arzobispo el 9 de agosto en Cazalla de la Sierra en una comparecencia organizada para debatir sobre el II Congreso de Hermandades y Piedad Popular. Monseñor Saiz anunció una ponencia a cargo de una hermana de la Cruz. Tardamos mucho en conocer quién sería la religiosa encargada de alzar la voz para hablar de caridad. Hasta dudamos de que finalmente una de ellas tomara el uso de la palabra. Y ocurrió el último día del congreso, el mismo en que comenzaban los tronantes y hermosos traslados de los primeros pasos a la Catedral. La grata sorpresa fue comprobar los miles de lectores que el sábado y durante todo el domingo accedieron a leer la información sobre cuanto dijo María del Redentor de la Cruz, sentada en el estrado junto a don Teodoro León, el obispo auxiliar que bien conoce desde hace años a las hermanas de la congregación. El compañero Luis Lastra probablemente haya firmado una crónica irrepetible en muchos, muchísimos años. No lo pudo describir mejor: "Una hora ha durado la ponencia de quien ha oficiado de portavoz de una orden tan respetada que la atención ha sido máxima por parte del millar de asistentes, tan aplaudida que no se recuerda una ovación más larga en lo que va de Congreso de Hermandades y Piedad Popular y tan modesta que la monja ha escuchado las palmas casi sin querer mirar al público, quizás abrumada por el honor y casi seguro que pensando que no las merecía". La religiosa explicó que atienden a 150 familias que en muchas ocasiones tratan de expresar su gratitud de rodillas: "Intentan besarnos los pies. Esto nos avergüenza tanto...".
Que le pregunten a Alberto Díaz, el jefe de gabinete del alcalde Zoido, que localizó a la superiora de la orden para comunicarle la propuesta de nombrar hijas predilectas de Sevilla a las Hermanas de la Cruz. "Dígale al señor alcalde que no es necesario, no podemos aceptar honores. Ya sentimos cada día que los sevillanos nos quieren y reconocen. De verdad, dígale que estamos muy agradecidas, pero no es necesario". La ponencia de María del Redentor de la Cruz ha sido la estrella del congreso, una intervención que no pudo ser eclipsada por los tambores. No hacía falta quizás traer a eminencias del extranjero ni a sesudos analistas de la piedad popular para generar un interés masivo. Tan sólo era necesario convencer a las Hermanas de la Cruz que por unos minutos hablaran en lugar de hacer, predicaran en vez de ser proactivas. Por sus obras las conocemos. Por su testimonio nos estremecemos. "Cada vez hay más pobres en una España cada vez más rica". Ellas han salvado la parte académica del congreso. Estaban ahí, tan cerca, en la misma ciudad. Las teníamos delante. Pasan a nuestro lado tantas veces. Y siempre abren las puertas a las cofradías que pasan por la Casa Madre. No busquen más. Las hermanas de la Cruz han hablado. Y miles de lectores han confirmado que hay interés en saber la verdad. El congreso ha sido un éxito.
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