La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La libreta azul del PSOE en Andalucía
El salón de los espejos
Los chavales, y las niñas, se hartan de correr y de entrenar con lluvia, frío y calor, los padres y madres los llevan de un pueblo a otro a competiciones en las horas y los días más intempestivos y al final viene una estrella de fuera.. y se lleva la gloria aunque no meta goles. El resultado de esta práctica ya es conocido, sólo los grandísimos equipos pueden mantener su cantera porque, además, fichan desde pequeños a las promesas de los modestos. Los locales se tienen que ir fuera si quieren tener alguna oportunidad de éxito.
Esa misma sensación está cundiendo en los partidos políticos en Andalucía. Ni las manifestaciones de aquel 4 de diciembre y ni el 28-F convertido en una gala a la autoestima han logrado avances significativos: si quieres hacer carrera política, debes pasar por la piedra, léase por Madrid.
No hay más que mirar en derredor. El PSOE de Andalucía tiene puestas sus esperanzas en dos andaluces emigrados: María Jesús Montero y Juanfran Serrano; Juan Espadas pidió hueco en el Senado para hacerse más visible y sentarse en la mesa cuadrada de la sede federal del PSOE y Susana Díaz hace lo propio en la Cámara Alta y en las tertulias de televisiones nacionales mientras prepara su vuelta a la primera linea ¿municipal? Muchos militantes andaluces se quejan amargamente de que ninguno de esos que se esfuerzan por las Casas del Pueblo repartidas por toda la geografía andaluza, que llevan años repartiendo rosas y bocadillos en las campañas y que han ido a más congresos que a fiestas familiares, tengan una oportunidad de dirigir el partido al que han entregado su tiempo y, también, su talento.
En el PP la cosa no está mucho mejor. El propio presidente de la Junta tuvo su particular periplo por los madriles y la calle Génova antes de que Rajoy le dijese “tú lo has querido”. Y ha elegido a una portavoz, Carolina España, a la que trajo del Congreso de los Diputados, donde controlaba los resortes de la política capitalina y los compaginaba con su vida en Málaga. Elías Bendodo y Juan Bravo están viviendo su particular travesía del desierto en la Carrera de San Jerónimo con la incertidumbre de si podrán volver algún día a mandar en la comunidad más poblada de España.
Lo desolador es que ocurre en todos los partidos políticos. El flamante líder federal de Izquierda Unida dejó la política por problemas de salud y cuando se ha recuperado de su enfermedad y ha dado el paso para volver a la esfera pública... lo ha hecho pasando por Madrid. Parece que la cosa no tiene solución. Ni a izquierda ni a derecha.
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