Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
El anuncio de que se va a cobrar en los museos y monumentos ha levantado polémica sobre las limitaciones de acceso a la cultura de las personas menos favorecidas económicamente. Y combinado con la negación de las tasas turísticas en las ciudades andaluzas, parece como una contradicción. Dejando la oportunidad o conveniencia de esas propuestas del gobierno andaluz, sí da pie a reflexionar sobre la bondad o no de que los servicios públicos sean gratis. Cualquiera sabe, o debería saberlo, que nada es gratis. Cuando no se paga por un servicio, que tengamos claro que alguien lo está pagando, en general si son servicios públicos, es el Presupuesto General del Estado en sus distintos niveles, la Administración central, las autonomías o los ayuntamientos quien lo paga, es decir lo pagamos entre todos. Cuestión importante en estos meses en los que coinciden los pagos del IBI, de la Renta, el IVA trimestral, y si te toca, el impuesto de Sociedades. Después de todos esos pagos se puede uno ir de vacaciones con lo que haya quedado.
En España no se paga por los servicios de salud, medicamentos y enseñanza, pero no estaría de más que con la consulta, receta o alta médica hospitalaria se entregara una nota con el costo real de los servicios. Solo para saberlo, que no viene mal. En gestión cultural, por ejemplo, en la programación de teatros y auditorios de conciertos sinfónicos y representaciones de óperas, estaría bien que, en la entrada, al lado de lo que hayamos pagado figurara la cantidad real que cuesta tener esa butaca a disposición de la persona interesada o que haya podido pagar el precio de la localidad. La diferencia la pagan los impuestos de todos, también los de los que nunca asistirán al privilegio de un buen concierto, pero que si subvencionan la diferencia entre el precio de taquilla y lo que de verdad vale esa velada cultural. Así podríamos hablar de museos, bibliotecas, monumentos o empresas públicas de transporte o limpieza. Esa es otra, la limpieza de las grandes ciudades. Dejando aparte la cuestión de las diferencias entre los barrios o el centro histórico, que me dirán que es mucho dejar, lo que quiero plantear es que la limpieza urbana es uno de los servicios en que casi la única manera de obtener resultados apreciables es disponer de más medios materiales y económicos. Con los mismos medios el resultado será el mismo. Es como en las familias. Una de las cuestiones que primero se resienten en una familia cuando la economía va mal, o en general se están pasando estrecheces, es la limpieza, en la casa y en la ropa. No hace falta que les explique lo que valen los productos de limpieza en general y lo que tarifa poner muchas lavadoras, sea a la hora que sea. Garantizar el acceso universal a los servicios esenciales y a la cultura es una cuestión más compleja que un simple gratis o no gratis. Como dice la canción de El Cuarteto de Nos: Pague antes o después/La cuenta va a aparecer/Y está claro de que nada es gratis en la vida.
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