Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Sevilla/Las luces de Navidad del año próximo se encenderán más tarde porque el 8 de diciembre tendremos probablemente la mayor concentración de público nunca vivida en el centro de la ciudad con la macro-procesión promovida por la autoridad eclesiástica como remate del Congreso Internacional de Hermandades. Cuanto se prepara se puede parecer a un Santo Entierro Grande, pero no olvidemos que un Sábado Santo lo es en toda España, cada ciudad tiene sus procesiones y sus atractivos ese día. El 8 de diciembre no hay una oferta similar en ningún sitio. Todos los focos estarán puestos en Sevilla para una procesión que requerirá unas medidas muy especiales de seguridad y refuerzo de los servicios públicos. No podemos con todo al mismo tiempo. No somos la ciudad del 92 porque hemos empeorado en el saber estar en la calle y, además, ahora somos muchos más los espacios públicos a la mínima oportunidad porque la pandemia ha hecho mella en nosotros, nos ha cambiado, ha modificado nuestra percepción de las cosas. Poner en la calle en una misma comitiva a la Virgen de los Reyes, el Gran Poder, la Esperanza Macarena, la Esperanza de Triana, el Cachorro, la Virgen de Valme, la Virgen de Consolación y la Virgen de Setefilla es todo un reto para una ciudad que se colapsó el pasado puente de la Inmaculada y tuvo que aforar calles de forma repentina y detener la música de un pinchadiscos que animaba el encendido de las luces.
Quizás uno de los aciertos de este año ha sido llevar el espectáculo del mapping al río porque ha descongestionado el centro en horario de tarde. El personal se ha ido hacia el río y eso ha ayudado mucho, como reconocen los taxistas y hosteleros. Las ofertas tienen que desplazar al público a lugares alejados de la Plaza Nueva y su entorno, simplemente para que podamos vivir mejor sin el riesgo continuo de saturación los fines de semana y en las fiestas. Los especialistas en la materia tienen mucho trabajo por delante para ese 8 de diciembre. Hará falta un recorrido común extenso para que el público tenga espacio suficiente y, por supuesto, itinerarios de idea y regreso de cada paso que sean controlables. No valdrá adelantar varias jornadas los traslados de ida porque en las basílicas y templos hay ceremonias ya comprometidas. Todo indica que será una gran prueba para los operativos de la ciudad a todos los niveles. Hay quien dice que el reto es parecido a las dos visitas del Papa (1982 y 1993). Pero, insistimos, en que hemos cambiado mucho desde entonces. Ahora nos volvemos locos con un pinchadiscos. Un año para el 8-D, el gran reto.
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