Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Mientras llega Javier Esteban con el Icónica Fest, que el 7 de junio abre la temporada del verano sevillano al aire libre con el concierto de Aitana, y esperamos a que pronto haya algún desfile de la categoría del que organizó Christian Dior, la Plaza de España acogerá el domingo un grandísimo acontecimiento. Dos mil civiles jurarán bandera en un acto organizado otra vez por el Cuartel General de la Fuerza de Terrestre, que en sevillano se dice Capitanía General de toda la vida, tal como, por cierto, sigue rezando el título en la fachada principal del edificio donde el teniente general Melero coordina la logística de operaciones en curso del Ejército de España en diferentes partes del planeta donde hay que garantizar la paz. El domingo es día grande en uno de los monumentos más visitados de España. Se darán cita ciudadanos de muy diversa edad y condición sin otro interés que jurar bandera en un acto de remarcada solemnidad y que, al contrario de lo que algunos puedan considerar, no está reservado exclusivamente al personal militar. Cualquier ciudadano que lo desee puede participar cumplimentando la solicitud en plazo. Cada jurando adquiere el compromiso de defender los intereses colectivos siendo ni más ni menos que buenos ciudadanos. La jura también puede suponer, siempre en el contexto de los valores éticos, el apoyo a la seguridad y defensa de España. En el acto del domingo habrá dos símbolos importantes. El beso es la máxima expresión de amor y respeto hacia la bandera. Y la propia bandera representa una historia común, unas tradiciones, unas costumbres, una lengua y a los españoles de todos los tiempos que han contribuido a forjar la nación. No se trata de un patriotismo de pulserita, blablablá y proclamas tronadoras de gente pasada de copas, sino de un acto muy serio de lealtad y compromiso que protagonizan personas de muy diferentes perfiles y pensamientos como ya se ha podido comprobar en ediciones anteriores.
Las juras civiles son masivas, se cuentan por éxitos y son la prueba del compromiso de mucha gente de bien que madruga un domingo para participar de manera voluntaria, entusiasta y discreta en un acto castrense enfocado especialmente para civiles. No se trata de exaltaciones fatuas, ni de capitalizaciones interesadas de la enseña nacional. El domingo hay una gran cita en la bellísima Plaza de España, como otras veces las ha habido en la Plaza Nueva o en Tablada, como también prepara una gran jura la Armada. Y siempre hay cola de espera y alegría. El Ejército se abre de nuevo a la sociedad como mejor sabe hacerlo: con la bandera.
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