
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El encanto de las prohibiciones en Sevilla
En el Apocalipsis se habla –con la prosa flamígera propia de esos textos proféticos que parecen escritos por un personaje totalmente pasado de LSD y metanfetaminas– de dos enemigos satánicos que se disponen a luchar contra Israel cuando llegue el final de los tiempos. Esos dos enemigos tienen los nombres de Gog y Magog. No está muy claro si son dos pueblos enemigos o dos reyes hostiles o un solo rey (Gog, rey de Magog), pero es evidente que se trata de dos amenazas muy peligrosas. Y por cierto, en 1931, el olvidado Giovanni Papini publicó una novela que se llamaba justamente Gog y que narraba la historia de un millonario recluido en un manicomio que contaba su vida viajando de un lado a otro del mundo. Mi padre tenía la novela (hace años, todas las buenas bibliotecas tenían los libros de Papini), y la intenté leer hace siglos sin entender nada. Hoy he vuelto a hojearla y da miedo leerla: lo que cuenta parece escrito exactamente para lo que estamos viviendo ahora mismo. Y el desquiciado multimillonario Gog podría ser… sí, ustedes mismos lo han adivinado: una especie de cruce entre Elon Musk y Donald Trump.
De todos modos, lo que me interesa de esta historia –la de Gog y también la de Magog, las dos amenazas apocalípticas que penden sobre nosotros– es todo lo que nos enseña sobre la situación que estamos viviendo. Los grandes cambios, los cambios más terribles, suceden muy deprisa, y de pronto nos hemos encontrado con que el mundo que conocíamos está patas arriba y nadie sabe muy bien qué va a ser de nosotros. De momento, lo que está claro es que Europa, o lo que entendíamos por Europa, tiene los días contados. Sometida a las dos amenazas, la de Gog y la de Magog, es casi imposible que pueda sobrevivir mucho tiempo.
¿Por qué? La furia delirante de Gog exhibe las motosierras que pretenden eliminar las instituciones del Estado, pero al otro lado, Magog se empeña en convertirnos a todos en dóciles funcionarios al servicio de una burocracia monstruosa. Gog nos impone criptomonedas, aranceles e inteligencia artificial. Magog, millones de inmigrantes y refugiados que nadie sabe cómo se van a poder integrar entre nosotros. Gog grita cánticos guerreros. Magog tararea eslóganes a favor de la Diversidad y la Multiculturalidad. Gog quiere luchar. Magog ni siquiera sabe defender sus fronteras. Y así vivimos. Y así vamos.
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