Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Con espíritu del Vaticano II, con guitarra y tendencia al aplauso, cierta muchachada del decrépito partido Ciudadanos puede entonar aquello de las misas alegres en templos con cartulinas en las paredes y curas con micrófono en la estola: “¡Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa de Juanma!”. Qué bueno es el presidente azul que selecciona las naranjas que deben seguir en el cesto con criterio de gourmet. Son ya muchos los naranjitos que siguen en puestos del Gobierno o de asesores. O estos naranjitos que repesca el PP de la mayoría absoluta son buenísimos, o lo que queda en el partido de la gaviota no es potable, o en la sociedad civil no hay gente dispuesta a asumir ciertos puestos. Si eran tan buenos, tan brillantes, tan dignos de seguir sirviendo a los andaluces, no entendemos que ninguno se oliera la debacle del partido, que nadie con cabeza dijera ni pío, que nadie hiciera nada por salvar los muebles ni por denunciar el caciquismo de baja estofa del que era víctima la formación en Andalucía. ¡Ah, sí! Hubo quienes lo dijeron, pero han acabado –políticamente, oiga– como Bravo, Padilla y Maldonado.
Están colocando a los naranjitos dóciles a Marín en sitios varios. Les dan ahora las pedreas de las delegaciones territoriales. Hay que darle la enhorabuena a Mortadelo Marín, porque el suyo es un ejemplo de pos-poder. “Juanma, tú hazme caso. Fulanito, sí, pero Menganita, no”. El Gobierno es de capa azul, muy azul, pero berrendo en naranja, que se diría en la preciosa jerga taurina. No me extraña que haya algunos peperos doliéndose en privado de tanta colocación de ex naranjitos. Se han quedado como aquellos conquistadores que hacían la guerra para que después gobernara un virrey que no había movido un dedo en la contienda. Están colocando naranjas en toda regla, oiga. Porque una cosa es pedir trabajo y otra que te coloquen. ¡Pues muy bien! Sin complejos, sin remilgos, sin ponerse colorados en ningún momento. Al todavía amigo Marín, todo. Al enemigo, nada. Y al indiferente, la legislación vigente. Anda que no era verdad lo de la lista de Juanito. Si es que se oye la psicofonía por los altos techos de San Telmo, los de las horrendas lámparas cilíndricas que nos endiñó la reforma que dejó algunas estancias del palacio como un NH. “Éste, sí. Ésta, no. Hazme caso, Juanma, que yo soy güena gente”.
La bola gorda del bombo está todavía por salir: la colocación del propio Juanito. Quedan las Ocas (Oficinas comarcales agrarias), que suenan muy bien pero resultan poco premio para el heredero centrista de Cánovas (tururú). Tal vez algún Puerto. Quién sabe si la anhelada defensoría. “¡Qué alegría cuando me dijeron...!” (Palmas).
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