La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Los caídos de la Sevilla de Oseluí
Sevilla/No se puede arrancar un mandato con la campaña de los tanques a la calle a favor de poder tomarnos la cerveza en la puerta de las tabernas, tampoco se puede con el pifiazo del festival de cine en pleno agosto, o generando dudas sobre una cuestión tan sensible como la seguridad en la Semana Santa, cinco veces herida por la Madrugada en 25 años. No se puede avalar la mentira sobre la copa de Navidad para más de un centenar de trabajadores de la Gerencia de Urbanismo y Medio Ambiente porque ha sido entre una catetada y una cacicada que ha dejado al descubierto cómo se enfocan las relaciones entre determinadas empresas y el organismo llamado a ser motor de la ciudad. El copazo de 15 platos y barra libre servido nada menos que en Santa Clara deja al descubierto muchos aspectos oscuros de la Gerencia, inercias indeseables, virreyes ocultos que mandan en la sombra desde hace años, mangoneos en la gestión, etcétera. Esa cochambre no hay LipaSanz que la retire, sobre todo porque han pasado seis meses y el alcalde ha decidido asumirla como propia.
No se pueden sacar conejos de la chistera en un intento desesperado por controlar los debates públicos, tomar la iniciativa a base de fuegos de artificio, buscar un espacio mediático de manera forzada y echar humo sobre el verdadero problema de fondo: no hay un modelo de ciudad, no hay ni pajolera idea de cómo afrontar ciertos problemas, se vive en un parcheo continuo, un tratar de agradar a los de siempre como si viviéramos en la Sevilla de los 80, no hay nadie que esté pensando en la Sevilla de los próximos 25 años, sino en cómo confrontar con los socialistas con la ocurrencia de cobrar a los turistas por visitar la Plaza de España y en cómo generar titulares de impacto que sacian al instante, pero te dejan con hambre a las dos horas porque era comida basura. Una Plaza de España en la que, por cierto, se prometió que no habría más carpas y colocaron una nueva a los pocos días. Alguien en el PP debería ser ya consciente de que el alcalde está solo. El delegado y el gerente de Urbanismo están tocados con el copazo de Navidad, que ha sembrado de desconfianza las caracolas de la Gerencia, donde ya nadie se fía de nadie. Pero es que está solo en demasiadas materias. Y no se puede gobernar en soledad ni a base de ocurrencias. Porque una medida que podría ser defendible ha sido quemada por la forma unilateral de ser gestionada. Sanz fue acusado de deslealtad por el Gobierno en menos de 24 horas. Ya le pasó con la propuesta electoral sobre el uso de la Fábrica de Tabacos, que crispó al rector. Sevilla exige más seriedad, otro estilo y tener claro un modelo propio sobre problemas que nos afectan a todos.
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