Gibraltar, español (sin exclamaciones)

18 de julio 2024 - 03:07

La prensa progresista está patidifusa: “¡Han dicho Gibraltar, español!”. Como era de esperar, la celebración por la victoria de la selección nacional en la Eurocopa no ha sentado bien. Demasiada rojigualda, demasiado tío, demasiada maceta de calimocho... Y luego el saludo a cara de Perro de Carvajal a Sánchez (no más amable que el de Lamine Yamal) o las persignaciones de Luis de la Fuente... Se suponía que iba a ser la victoria de la diversidad y, vaya, el negro y el moro son igual de cafres que sus compañeros vascos, catalanes, andaluces, mesetarios, canarios... El periodismo más comprometido intentó mascotizar a Lamine Yamal y Nico Williams, pero ellos han ido a lo suyo. Quizás porque son iguales a los otros: hombres y españoles, ese binomio del infierno. El problema, para algunos, es el tufo heteropatriarcal que sigue desprendiendo el fútbol masculino, da igual que seas un jugador racializado con pelos de helecha o un cateto de secano.

Pero lo peor de todo ha sido lo de ¡Gibraltar, español!, grito patriotero y de resabios franquistas. Nuestros tertulianos más sostenibles querían que los jugadores hablasen de política y ellos se han dedicado a la geoestrategia. Intolerable. No deja de ser curioso que aquellos que quieren descolonizar los museos tengan tantos remilgos cuando se trata de descolonizar la última colonia que queda en Europa. Que además es andaluza y, por tanto, española. Por cierto, como recuerda el historiador José Durán, en el Tratado de Utrecht (1713) ya se habla de “España” y “Portugal”, con todas sus letras, para definir las dos unidades políticas de la Península Ibérica (lo decimos por aquellos que escriben que España no existió hasta 1812, tópico facilón repetido hasta la saciedad).

Cualquier persona que sepa qué es el contexto –palabra tan usada como poco aplicada– sabe lo que ocurrió en la celebración: la euforia entre gente joven lleva a excesos del tipo “la puta de la cabra” o “el vino que tiene Asunción”, incluso a los alardes patrioteros de taberna y los gritos legionarios. Al día siguiente, como es lógico, cuando el gallo ya es gallina, nadie está dispuesto a hacer el menor sacrificio por recuperar el Peñón. Es más, algunos incluso están dispuestos a cruzar la verja para comprarle a los piratas algo de güisqui y güiston barato. Pero, con patriotismo o sin él, Gibraltar es una colonia británica cuya única salida debería ser su regreso al Reino de España. Gibraltar, español. Así, sin exclamaciones.

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