La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lluvia en Sevilla merece la fundación de una academia seria
Cinco países permitieron que sus jóvenes votasen en las elecciones europeas desde los 16 años. Son Alemania, Austria, Bélgica, Malta y Grecia. Siendo España uno de los países más progres del mundo para que aborte la juventud precoz, pareció raro que no se sumara a esa lista. Pero se entiende mejor por lo que podía pasar; ya que la mayoría de los jóvenes entre 16 y 18 años votaron a partidos de ultraderecha, según diversos estudios. Incluso a Alternativa por Alemania, que es el más neonazi. Se suponía que los jóvenes son idealistas, progresistas, merecen un cheque cultural y votan a la izquierda, incluso a la más extrema. ¿Qué ha pasado? ¿Es facha la generación Z?
Un sector de los adolescentes es rebelde. No todos, porque una parte se adapta a las ideas y creencias que predominan en sus familias o los ambientes donde se desenvuelven. Sin embargo, los rebeldes intentan reforzar su identidad propia, con oposición a lo que les enseñan o dicen sus padres y en el colegio. En España lo vivimos en otras generaciones. Políticos del PSOE y el PCE eran hijos de militares franquistas. ¿Y qué decir de los colegios? Algunos ateos han estudiado en colegios de curas o de monjas. Y casi todos los que se manifiestan a favor de la educación pública han estudiado en colegios privados o concertados.
La educación influye, sí, pero en doble sentido. El adoctrinamiento a veces causa el efecto inverso al que se busca. En el franquismo, la asignatura denominada Formación del Espíritu Nacional formó a pocos chavales franquistas. Igualmente ahora, con el adoctrinamiento de los colegios que implantó el nacionalismo de CiU y ERC, han conseguido que la generación con menos independentistas en Cataluña sea la de menores de 35 años. Y la más indepe es la de mayores de 65 años, aquellos progres de cuando volvió Tarradellas, aquella gauche divine creada en familias de la burguesía catalana adaptadas al franquismo práctico.
Hubo una generación europea que conquistó la democracia. Después de la Segunda Guerra Mundial, y después de Hitler y Stalin. Aquí después de Franco. Pero hoy la democracia está conquistada. La generación Z se la encuentra como el orden contra el que se rebela. “La juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo”, según se atribuye a George Bernard Shaw, escritor pasado de moda, al que nadie ha leído en los colegios. Todo envejece. Pero algo no funciona, cuando esos jóvenes ingenuos prefieren el autoritarismo a la libertad.
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