La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¿Que yo pago la luz en dólares?
Tribuna
LA farmacia está en crisis, pero eso ya lo sabemos: Está en crisis casi todo. Sin embargo, no es nuestra intención hablar del gasto farmacéutico, pues a eso ya se dedican muchos otros. Hablamos de una crisis de utilidad. Ya lo advertía la OMS en 2006: "Los farmacéuticos deben salir de detrás de la caja registradora y empezar a servir al público, proporcionándoles cuidados en vez de, solamente, fármacos. No hay futuro en el mero acto de la dispensación. Esa actividad puede hacerse, y se hará, por internet y por máquinas expendedoras…". Y no se equivocaban. Hace unos días, el gobierno de Ontario (Canadá), autorizó la dispensación de medicamentos con receta a través de máquinas de vending, tras ser probadas exitosamente en el hospital Sunnybrook en Toronto.
Pero esto es España, donde el farmacéutico es el sanitario más accesible y visible de todo el sistema de salud y será difícil que nos los cambien por una máquina. No obstante, alguien podría estar tentado en hacerlo… para ahorrar. En consecuencia, para salvaguardar nuestro modelo de alta calidad, estos profesionales deberán asumir nuevos retos. En mi opinión, dos serán los campos en los que serán muy necesarios. En primer lugar, mejorando la tutela de la efectividad de los tratamientos una vez dispensados. Deben "saltar el mostrador" y seguir al paciente y a sus cajitas. Esto ya lo hacen aquellos que practican la llamada atención farmacéutica.
En un estudio de este mismo año, realizado sobre ancianos diabéticos e hipertensos, se demuestra que el grupos de pacientes que recibió este tipo de servicios, durante los 36 meses posteriores a la prescripción del tratamiento médico, presentaron valores clínicos adecuadamente controlados, frente al grupo placebo, que siguió recibiendo la atención habitual, resultando llamativamente descontrolados. En segundo lugar, deberán incorporar nuevos servicios de valor añadido, especialmente en el campo de la prevención y del diagnóstico precoz de enfermedades que aún no han dado la cara. En la farmacia se tomarían "muestras digitales" (fotos de manchas de piel, fondo de ojo, alineamiento de la columna, espirometrías… ) que serían evaluadas telemédicamente, descartando riesgos de enfermedad no diagnosticada o evitando que se descompense una patología crónica. Ahora bien, los reiterados recortes de beneficios desalientan a muchos a iniciar este camino.
En Inglaterra, se ha tomado consciencia de los beneficios que estos nuevos servicios pueden reportar (adherencia terapéutica, ahorros en desplazamiento, ingresos o listas de espera innecesarias) y están siendo retribuidos. El "alarmante" envejecimiento de la población y la carencia de recursos, deberían llevarnos a buscar formas alternativas de hacer las cosas, y no sólo a recortar y recortar…, a eso se le llama innovar.
Julio Lorca es presidente de la Fundación para la eSalud (Fesalud)
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