Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Puntadas con hilo
Es una de las buenas noticias del año y, sin duda, será un gran logro del actual mandato si el gobierno municipal consigue culminar las obras, que hoy son una realidad de vallas y escombros, y poner en marcha de nuevo la fábrica de Artillería de San Bernardo. Ya hay un importante camino recorrido, meritorio porque ese imponente patrimonio histórico de la ciudad ha permanecido abandonado muchos años: once ya exactamente desde que fue entregado al Ayuntamiento de Sevilla y justo treinta sin uso. Mucho tiempo se ha tardado en encontrar la varita mágica para recuperar un complejo de 25.000 metros cuadrados en un enclave estratégico de la ciudad. La clave, al margen de la mayor o menor voluntad política, eran los millones de euros que se necesitan para un proyecto que, de entrada, ha captado 20 de fondos europeos que llegaron de Bruselas en 2018 gracias a una certera gestión. Es justo y necesario reconocerlo.
Tras algunas intervenciones anteriores, el gran proyecto que pondrá en servicio 9.000 metros cuadrados de la antigua factoría es el Centro Magallanes, efemérides que ha servido de excusa para atraer la inversión, que nace con vocación de ser un gran espacio para el emprendimiento de industrias culturales y creativas, para el talento local. Con esta iniciativa gana la ciudad y, sobre todo, un barrio que se benefició de una pujante industria en su momento y que podrá disfrutar de un gran pulmón cultural. La propuesta es muy ilusionante porque permite a Sevilla rehabilitar una destacada parte de su historia, un pasado industrial. Y, de paso, brinda la oportunidad de seguir alimentando un nuevo tejido económico y empresarial, esta vez vinculado a la cultura, que garantizará el futuro de un inmueble que no dejará de ser una fábrica.
Pasear bajo las bóvedas de Artillería es un ejercicio de arqueología industrial que permite viajar a lo largo de cinco siglos marcados en las huellas que el tiempo deja en los paramentos y que el nuevo centro lucirá en homenaje a los que por allí pasaron y construyeron también Sevilla.
Pero este capítulo no termina cuando lo hagan las obras y en unos meses empiecen a ponerse en servicio nuevos espacios. El reto es mantener vivo el sueño de Artillería y conseguir que estas instalaciones tengan un uso continuado. Y para eso hace falta voluntad política, y por ahora no hay duda de que la hay; pero también financiación público y privada, una alianza que en estos tiempos es imprescindible, y también imbatible, para sacar adelante cualquier proyecto.
Mantener tantos metros cuadrados de espacio al servicio de la cultura es maravilloso, pero debe ser viable en todos los sentidos, incluido el económico. En paralelo a la rehabilitación, se debe trabajar para que Artillería no se convierta en unos años en un monumento abandonado. Precisamente ahora que todo se repiensa y se somete a una vuelta, hay debates que deberían retomarse, como el de la tasa turística que permita reinvertir en nuestro patrimonio y bienes culturales.
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