Monticello
Víctor J. Vázquez
El auxilio de los fantasmas
Feijóo, el PP, arrasó en las elecciones y municipales de mayo del 2023. Esa es la fuerza de Feijóo; su poder territorial. Bien administrado, el PP podría presentar batalla a Pedro Sánchez. Aunque Feijóo debe saber ya a estas alturas que es difícil ganar a un adversario que no tiene principios, porque siempre llegará a donde alguien de moral y ética jamás llegaría. Pero sí puede minar la credibilidad del discurso del presidente de gobierno y sus decisiones, para que a la hora de las elecciones generales los ciudadanos sepan qué significa la continuidad de Sánchez en el gobierno.
Desde las elecciones de 2023, Pedro Sánchez no ha recibido a ningún presidente de gobierno regional del PP. Y antes de esa fecha, lo mínimo, con la excepción de aquel encuentro” de las banderas” con Isabel Ayuso, con un Sánchez que tuvo el gesto de cortesía de visitarla en su propia sede, no en Moncloa. Ahora, cercado por muchos acontecimientos que empiezan a hacer mella en su credibilidad, sobre todo porque el concierto económico de Cataluña, Pedro Sánchez ha anunciado que quiere reunirse con todos los presidentes regionales.
La primera respuesta ha sido de Ayuso. No. Además ha pedido a sus compañeros de partido que tampoco acudan.
Se equivoca la presidente madrileña, entre otras razones porque antes de pedir ausencia a los gobernantes regionales del PP, en buena ley tendría que haberlo consultado con Feijóo, presidente del partido. Un Feijóo cuya decisión ha sido prudente, ajustada: que cada presidente actúe en función de su propio criterio, en libertad plena porque son ellos los que saben qué utilidad tiene para sus regiones un encuentro con el presidente de gobierno. A continuación los ha reunido en Madrid para acordar puntos de coincidencia para presentar a Pedro Sánchez, 18 mil millones de euros a para garantizar la igualdad de los ciudadanos, y no a los acuerdos bilaterales entre Moncloa y los gobiernos regionales.
Isabel Díaz Ayuso es uno de los principales referentes del partido, incluso un porcentaje alto de militantes y votantes del PP la valoran más que al propio Feijóo, por su garra, por sus iniciativas arriesgadas en muchos casos y porque ha conseguido unos envidiables datos económicos y sociales para Madrid.
Se comprenden sus arrebatos, el acoso del sanchismo debe afectar necesariamente a su estado de ánimo. No miente cuando dice que desde el gobierno se utilizan todas las armas posibles, incluidas las malas artes, para atacar a quienes están cerca de ella. Pero por encima de la rabia con la que debe recibir que se trate a sus afines como presuntos delincuentes, está obligada a mantenerse serena. Aunque no sea más que, solo a través de la serenidad se ganan batallas.
Sánchez no pierde ocasión de actuar con saña contra los dirigentes del PP. Pero cuando se abre la posibilidad de exponer al presidente la necesidad de aliviar la situación que provoca el concierto catalán, no solo una cuestión de desigualdad, sino también de bolsillo, lo responsable es acudir a la cita.
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