Frustración colectiva

03 de febrero 2025 - 03:08

La formación académica de los jóvenes andaluces de esta generación es para que nos sintamos orgullosos. Ahora que el queridísimo Erasmus permite a nuestros universitarios conocer algunas de las infinitas posibilidades que tiene Europa, nos damos cuenta de que no se achican en el extranjero y está cada vez más claro que hemos superado ese trauma español con el inglés. E incluso con otras lenguas.

Voy más allá porque nuestra formación reglada está muy valorada en esa Europa de los 27. Pongo un ejemplo: cuando un joven obtiene un título de Formación Sanitaria Especializada (sí me estoy refiriendo a los MIR pero también a los sanitarios de Enfermería, de Radiofísica, de Psicología o de Biología) su especialidad es reconocida en Europa. Y, ojo, que no sucede lo mismo cuando esta especialización la realizan en algunos países de la Unión. Mucho nombre y prestigio ¿o complejo de los españoles en general y de los andaluces en particular? Pero para ejercer en otros países deben pasar una convalidación previa.

En estos días, más de 32.000 egresados en todas las ramas sanitarias esperan con angustia a que salgan las listas oficiales de puntuación para saber si podrán formarse en lo que desean, ser especialistas sanitarios, trabajando entre tres y cuatro años con un sueldo mensual de poco más de mil euros. Pero sólo lo logrará un 37% de los que se han presentado, una proporción que sube hasta el 60% en el caso de los médicos que podrán tener una plaza, si bien no en la especialidad que han elegido una buena parte de ellos.

Y todo esto en un contexto de crisis del sistema sanitario público; con pocos profesionales, larguísimas listas de espera para consultas de especialistas y quirúrgicas y evidentes problemas en la Atención Primaria. Se puede entrar en un debate político, claro; en culpar a un presidente (o presidenta) autonómico que seguramente tiene una importantísima parte de responsabilidad.

Pero es evidente que el problema principal es de dinero. ¿Cómo dejamos de formar a nuestros médicos del futuro? Que tienen ganas, ilusión y son capaces de aprender para curarnos. Lo razonable sería que se quedase fuera una pequeña parte de los presentados, pero no al nivel que lo hacemos ahora. Es verdad que la sanidad es un pozo sin fondo y que los recursos públicos son limitados. Pero gobernar es decidir dónde se gasta el dinero. ¿Será posible que dediquemos hasta el 2% del PIB español del gasto en defensa en 2029? Una buena noticia para la industria, sin duda.

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