
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Héroes contra las pintadas en Sevilla
El salario mínimo en España no da para mucho, porque, y es algo probado, un trabajador con empleo fijo puede ser víctima de la nueva pobreza. En la época de Franco este mismo trabajador se podía hacer una casa, comprar un coche y llevar a sus hijos al instituto. Por eso la mejor economía de nuestro país en toda su historia fue en los últimos doce años del franquismo. Mi madre ganaba 300 pesetas semanales en esa época, en un almacén de aceitunas de Coria del Río, El Pollo –manda narices el nombre–, sus tres hijos nunca nos acostamos sin comer y siempre tuvimos ropa decente en Navidad o la Feria.
A pesar de lo que presume Sánchez de las subidas del salario mínimo, con el salario actual no puedes comprarte un piso, comer tres veces al día, mandar a tus hijos al instituto y vestirte de manera decente. No digamos poder veranear o tener una segunda vivienda. Si Sánchez ha subido el salario mínimo un 60% en el último lustro, Franco lo subió un 240%, desde 1963 hasta su muerte. Para igualarlo, el salario mínimo de hoy tendría que ser de 1.400 euros al mes en catorce pagas. ¿A qué viene entonces tanto presumir, que hasta Yoli la Modelitos nos ha dicho que ya podemos comer pescado? ¿Caballas y jureles o lubinas y corvinas?
Si el mayor avance social del sanchismo es que ya podemos comer pescado, apañados estamos. ¿Y qué pasa con los pensionistas que no llegamos al salario mínimo, como es mi caso? ¿Podemos comer corvinas o nos echamos al monte a buscar palmitos y espárragos trigueros? No sé de qué presumen si encabezamos el desempleo en Europa y la comidilla de los líderes de la eurozona es que tenemos una pobreza infantil vergonzosa. Hay jóvenes españoles con trabajo fijo que están firmando hipotecas de treinta y cuarenta años para poder tener un piso de mala muerte, que se lo pueden quitar si se quedan parados.
Mientras más acorralados están en el Gobierno con la corrupción más hablan de logros sociales, como diciendo: te robo, pero podrás comer caballas en escabeche y ternera de vaca vieja si nos sigues votando. Utilizan los presuntos logros sociales como arma propagandista: con la derecha no podrías comer caballas y con la ultraderecha volverías a trabajar de sol a sol por un mendrugo de pan. Por eso meten tanto miedo con la vuelta del franquismo: para tener a los pobres acojonados, como los tienen, que hasta les da miedo manifestarse. El mismo miedo que los sindicatos, que prefieren hacerlo contra la oposición no vaya a ser que les quiten la mamela.
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