¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
El final de la ‘pax’ andaluza
Hasta la fecha, Juanma Moreno ha vendido la estabilidad política y la falta de trifulcas de importancia como uno de los principales valores de su labor como presidente de la Junta. Frente a la España crispada y polarizada del sanchismo, el líder del PP andaluz ha presumido de la pax andaluza, en la que el sosiego ha sido el tono general. Esta relativa tranquilidad en el proceloso panorama actual se ha debido a varias razones: el indudable talante del presidente Moreno, que sabe esconder tras una sonrisa y su política de “mano tendida” sus carencias; el continuismo de unas políticas socialdemócratas que, en lo fundamental y con todos los matices que se quieran, evitan importantes tensiones sociales; y, sobre todo, la absoluta inexistencia de una oposición seria y articulada debido a la evaporación del PSOE andaluz, agotado por cuarenta años de poder en Andalucía, la corrupción y el clientelismo y la ineptitud de sus dos últimos secretarios generales: Susana Díaz y Juan Espadas.
Este panorama va a cambiar en los próximos meses. Juanma seguirá sonriendo y la mayoría absoluta le permitirá sacar adelante las iniciativas de Gobierno que estime oportunas. Pero el PSOE dejará de ser gato para convertirse en tigre. Ya han comenzado, como saben, con la operación “reconquista” de Andalucía, cuyo primer avance ha sido la compra de Jaén con dinero público. Si el resultado final es como la batalla de Alarcos o como la de las Navas de Tolosa está por ver. Pero batalla va a haber. Y al frente de las huestes socialistas estará una mujer, María Jesús Montero, de la que la derecha suele hacer mofa por su evidente histrionismo, pero que conoce bien la Junta y la política andaluza por sus años como diputada autonómica y consejera de Sanidad y Hacienda, tiene una inteligencia política fuera de toda duda y es guerrera como una mixtoloba de Juana de Arco, Agustina de Aragón y la Pasionaria. Como talón de Aquiles, sin embargo, la sevillana exhibe el haber sido uno de los principales apoyos de un Pedro Sánchez cuya preferencia por Cataluña y las regiones nacionalistas le ha hecho descuidar en sumo grado Andalucía y el difícilmente disculpable cupo catalán, un agravio fiscal que, de consumarse, supondrá un durísimo varapalo para la igualdad entre todos los territorios de España, algo de complicada venta en este sur.
Todo lo dicho lo sabe Moreno, quien, a falta de un Bendodo que le ladre, tendrá que buscarse a uno de esos defensas duros que saben repartir leña y rascas cuando la ocasión lo requiere. Se acabó la placidez. Prepárense para la bronca. Al menos nos queda la huida al bosque, ¿verdad Ernst?
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