La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
Qué bueno y qué bonito que la amplia mayoría de diputados andaluces voten a favor de una proposición no de ley en apoyo de la fiesta de los toros. Al término de la sesión hubo foto de familia de los toreros invitados con representantes del PP, partido en el gobierno en Andalucía desde las elecciones de diciembre de 2018. Desde la machada sectaria del ministro Urtasun (de apellido de marca de protector solar) se han multiplicado las muestras a favor del espectáculo. Los alcaldes del PP se han expresado alto y claro, incluso algún barón socialista como García-Page estuvo rápido en anunciar un premio taurino convocado por su gobierno autonómico. Urtasun ha provocado una reacción favorable al ejercicio de libertad que es la fiesta. Pero se aprecian inquietantes lagunas en este movimiento pro-taurino. Ni la Monarquía puede estar exclusivamente apoyada por el centro-derecha y la derecha pura y dura, ni la Iglesia debe ser solo de sectores conservadores, ni el estandarte de los toros debe estar levantado mayoritariamente por el PP y Vox. Es cierto que la proposición no de ley del Parlamento de Andalucía fue apoyada por el PSOE de Juan Espadas, pero la foto difundida masivamente con posterioridad a la sesión era la de los toreros invitados a la Cámara con los representantes del PP, con el simpatiquísimo y dilecto presidente Jesús Aguirre al frente. Hubiera sido deseable y útil una verdadera foto de familia de los toreros con políticos de diferentes ideologías. Si de verdad queremos apoyar los toros, que sean como el magnífico titular del programa de Canal Sur: Toros para Todos. Habría que haber cuidado esa foto con sentido institucional.
Los toros necesitan afecto de todos tanto como el voto de todos. Vivimos en la sociedad de la imagen, no del frío escrutinio sin compromiso plástico. No funciona una jefatura del Estado si se sostiene solo en el fervor patriótico de uno o dos partidos que tratan de capitalizar la institución. O es de todos, o mal asunto. Apoya más la fiesta desde la izquierda la presencia de Alfonso Guerra el Domingo de Resurrección en la plaza de toros de Sevilla, a la que acudió con Pablo Gutiérrez-Alviz, que los votos del grupo socialista emitidos en la sesión del jueves. Los años ochenta dejaron un buen ramillete de dirigentes del PSOE en las plazas de toros con toda naturalidad y con mucha frecuencia. No es bueno para los toros que el PP se haga con la exclusiva de su marca en su pugna con Vox y su confrontación con el sanchismo y los despojos de Sumar. Los excesos de amor son perjudiciales. Hay que ser más inteligentes. Si queremos de verdad la fiesta, nadie debe asfixiarla. El rey y los toros deben ser de todos. O, al menos, no deben ser exclusiva de nadie.
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