Una fiesta atacada, pero que hace años perdió el 'glamour'

Hace décadas que la Feria no recibe a los famosos de primera línea que en otros tiempos se dejaban ver por el real

La hora de pedir la cuenta y tensionar a la ciudad de cara al 28-M

El verdadero debate sobre el futuro de la Feria

Imagen del desmontaje de la Feria en el día de ayer.
Imagen del desmontaje de la Feria en el día de ayer. / José Ángel García

01 de mayo 2023 - 05:00

Sevilla/Y otro año más no hubo famosos de prestigio en la Feria. Cualquier cena que organiza Mario Niebla tiene más glamour que los siete, ocho o nueve días de la Feria, según incluyan ustedes en la cuenta las vísperas o no. Contempla usted las fotografías de las ferias del pasado y encuentra a los príncipes de Mónaco, la princesa Sofía, Jackye Keneddy, Orson Welles... Otro año más nos hemos quedado sin visitas institucionales, más allá de la que a título privado y discretamente hizo la princesa Amalia de los Países Bajos. ¿Nadie ha caído en la cuenta de que el real de los Remedios dejó de ser el lugar de cita de los famosos de alto nivel? Algunos tontucios supremacistas, que tienen más de lo primero que de lo segundo, siguen queriendo ver cierto clasismo y reminiscencias del señoritismo andaluz en una fiesta perfectamente organizada por miles de particulares, popular y abierta según un modelo singular.

-No hace mucho vino Flavio Briattore, que atracó el barco en el Náutico.

-Aceptamos ballena como animal de compañía.

Hace tiempo que no está de moda entre la primera fila de la alta sociedad la exhibición en esta fiesta. La Feria no tiene ese sello de distinción que algunos manipuladores le quieren colocar. Cuesta encontrar rostros para llenar las páginas en color, salvo que se rebaje el listón, que se rebaja. Algunos digieren mal que al final hay que poner en la foto al vecino, al directivo, al abogado de la calle de al lado, al noble que te encuentras todos los días en el desayuno, a la ristra de tiesos de esos clubes privados donde conservan la condición de socios a costa del nombre del bisabuelo... Esto es de nosotros y hace tiempo que dejó de ser el lugar donde lucir los corales de vitrina, las perlas africanas y los brillantes en talla baguette.

Quizás de los detalles más irrisorios que nos han ofrecido los reportajes de la Feria del ayer sea, además de ver en fotos a jefes de gabinete de políticos locales, el de la exposición de imágenes en sepia que nos ha enseñado el Ayuntamiento. En una instantánea se aprecia el puesto de buñoleras con el siguiente pie de foto: “Caseta de buñoleros y buñoleras con camareros uniformados en una Feria hacia 1928”. No sé si provoca más risa el uso absurdo del lenguaje inclusivo en una imagen de hace casi cien años o la alusión al uniforme de los profesionales. La Feria sufre un ataque de acusaciones en las redes sociales que responde más a los gatos empadronados en el vientre de esa vieja media España que envidia a la otra media, que a una realidad palmaria. Más popular que nunca, más tuteadora que nunca, más igualitarista que nunca. Pero de señorío tiene poco. A las cosas hay que llamarlas siempre por su nombre, gusten o no. Hace tiempo que descendimos de cierta liga. Nuestra grandeza es que nos siguen envidiando, pese a la decadencia que sufrimos.

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