Gafas de cerca
Tacho Rufino
Nada más distinto que dos hermanos
Gratificante ver cómo la cola para el besamanos de la Virgen subía hasta bien entrada Mateos Gago. Fue el sábado casi a mediodía cuando en el apogeo de los rayos solares y los mercurios a alturas estratosféricas, una multitud aguardaba turno para besar la mano de la que por Ella reinan los reyes. Una alegría ver cómo en este tiempo se retoman las viejas costumbres y vuelve el fervor por la Patrona de la Archidiócesis. Y se me vino a la memoria un hecho anecdótico con casi medio siglo de vida. Fue en una mañana de besamanos cuando en compañía de mi amigo Gregorio decidimos eludir la calor y refugiarnos en la seo. Tras una cola cortita vimos cómo el calonge Estudillo se encargaba de limpiar la mano de la Señora tras el ósculo de rigor, pero gracia fue que los fieles besaban la mano izquierda y don Federico limpiaba la derecha, que le cogía más mano.
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